sábado, 23 de octubre de 2021

Antonius Rex - Anno Demoni (1979)

 El rock progresivo italiano es casi un fetiche dentro de la escena progresiva. Hay gente que va por la vida consumiendo y profesando progresivo inglés, que es el prog por defecto, otros sudan metal progresivo a la Dream Theater o Therion. Estamos los que respiramos RIO o Kraut, los que viven del prog psicodélico de Gong o de Magma, que muy zeuhl será pero Magma es Magma, nada en el género se acerca a Magma. En la misma vereda, pero tomando de esas vertientes que fluyen del templo de Saturno, están los consumidores del prog italiano. Le Orme, PFM, los fugaces Semiramis y Mad Crayon, Banco del Mutuo Soccorso... los nombres recurrentes en sus playlists. No diré que no me gusta el progressivo italiano, tengo un par de vinilos por ahí que de vez en cuando escuchó, un tiempo me pegué harto con PFM (para que decir con Semiramis, pendejos culiaos secos), pero nunca enganché mucho con su fusión de prog medio barroco y con música tradicional italiana... puta, excepto con Opus Avantra, porque tiene ese elemento innovador de hacer un guiso con todo eso y con la disonancia de la música experimental y les queda rico. Pero toda esta intro de mierda, que involucra a grandes de la música, deriva a otra vertiente que fluye de otro templo. Un arroyo que nace de las solfataras con olor a peo post-huevo duro del templo de Plutón. ¿Y quien bebe ahí? Pues un guitarrista no tan malo, pero que tomó varias malas decisiones en su vida y en bajada. Me refiero a Antonio Bartocetti, conocido en el mundo artístico y ocultista como Antonius Rex.

Si usted es Vivaldi, habrá notado que ese nombre ya se mencionó una vez aquí; si usted es Pavarotti no. Sip (como si alguien hubiese adivinado...), fue en ese post completamente olvidado, hasta por mi, de su proyecto sesentero hippie dark Jacula; tan olvidado que casi lo resubo. En aquel post le tire un par de loas a Jacula, porque en verdad tiene momentos que lo merecen. MOMENTOS. Sus dos discos no fueron memorables, tampoco destacaban en virtuosismo y el mismo Bartocetti los consideró "errores de juventud", donde yo dije "ojalá me hubiese mandado errores de ese nivel en vez de haber quemado el basurero del liceo buscando impresionar a una mina blabla...", ¿ahora se acuerdan?

No.

A lo que voy es que Jacula fue su primer chapuzón en el mundo de la música. Creó todo un lore para la banda, con un médium que escribía las letras luego de sesiones de ouija con la compañía de quien sería en unos años más una de las primeras artistas de música electrónica y vocera de Apple, Doris Norton. No impresionaron a mucha gente, a mí me impresionaron en mi tierna juventud veinteañera y ahora lo harán con otros jovenzuelos y otra vez a mí, curao leyendo cuentos de terror, pero existieron, lanzaron discos y hasta se tejió una leyenda en torno a la banda. Pero Antonio quería más. Quería fama, mujeres, gatos negros, sangre de virgen y, por alguna extraña razón, música disco. Así es. En su carrera solista, lanzó un par de bodrios setenteros muy cargados a la música disco donde, ya saltando a los 90, destaca su single culiao de mierda incoherente "Pig on the Witch", con un beat tecno y un chillido falso de chancho. Weón, es horrendo. Y no en el buen sentido halloweenesco de la palabra, tampoco de snob, si a mi me gusta el tecno noventero, pero esto viene de él, uno espera... cosas. Pero de vuelta en los 70, debuta con Zora (1977), Ralefun en 1978 (anagrama de Funeral... uy mamáquemiedomemeo) y al año después el disco que nos convoca en torno a esta fogata menguante: Anno Demoni.


 

No lo traigo precisamente porque sea su mejor trabajo. O sea, mirándolo en retrospectiva... sí weón, es su mejor trabajo. Igual es triste, porque no es tan bueno, pero ya les diré por qué, por quizás primera vez en la historia de este blog que ha muerto dos veces y conoce bien lo que hay al otro lado de la conciencia, subo un disco que no considero bueno. Creo que les mentiría con eso, igual subí más de uno por compromiso, pero ignoremos eso en pos de la narrativa.

Anno Demoni es un disco donde predomina el órgano. Un órgano de tubos, al parecer. Uno sintético, al parecer. También hay violines, de vez en cuando. No son la gran cosa, pero al parecer también son sintéticos. Pero Bartocetti toca la guitarra, eso si es real. Le pone harta distorsión, para alimentar el aire oscuro y denso de estos castillos musicales construidos por la música. Hay una atmósfera de película Hammer de principio a fin, pero cuando rascamos un poco la imagen y notamos que no hay mucho desplante musical detrás, más parece una de Mario Bava... digo, con todo respeto a su técnica de cámaras, donde como dijera un buen amigo músico que en realidad no es mi amigo, pero a quien respeto mucho, el tipo hace jazz visual. En cambio, acá hay tritonos trillados, percusiones lejanas y piezas muy frikeadas. Al menos "Gloriae Manus" queda bien como algo "atmosférico". "Jacula The Witch" también se defiende un poco, con la voz dulce y "lalalienta" de Doris y una lluvia de campanitas de viento sonando. El piano le da su toque Goblin, como si viniera en alguna peli de Argento. Pero de vez en cuando, muchas veces más de una vez en cuando, suena ese somorgujo (deduzco que lo es, no hay de esos pájaros acá) o murciélago culiao de archivo y caga todo, porque se nota falso. No es como las gaviotas o los pajaritos de bosque bien combinados en los temas de Pink Floyd, acá es un solo sonido repetido ad absurdum. Pero si hablamos de absurdo, aguaiten que viene "Anno Demoni". La pieza de órgano que da nombre al disco no es muy pródiga en habilidad, no esperen a un Bach, aunque si busca replicar mucho al Dies Irae medieval, pero lo freak acá es el bongó que le da ritmo a la composición. Un bongó po weón. Yo escuché eso a los 20, más o menos, y quedé pal pico. No por lo patético, sino por lo original. Ese concepto de hippie (bongó) con dark (órgano y clavicémbalo y violines falsos) me dejó peinado pa atrás. No era muy bueno, no era algo de conservatorio, por ejemplo, pero si primera vez que escuchaba algo así. Sé que suena como una idea super ridícula, de hecho se la comenté a una amiga de esos años (salutes, espero que nos volvamos a ver; sé que la cagué, pero también que no hay mala sangre) y me miró con cara de "que chucha estai escuchando". Insisto, suena ridículo, pero me pareció original, casi como una síntesis del lado oscuro del hippismo, agonizante para entonces. Por otra parte, si quieren probar lo verdaderamente charcha, tienen "Soul Satan".

Soul Satan parte con ese sonido culiao de somorgujo al punto que cansa y un beat disco. Un beat disco en un álbum de música lúgubre. Un beat disco que deriva en un bajo disco picao a funk. Y Bartocetti intentando demostrar que puede atreverse a cantar. No cantar, atreverse. Honestamente es una canción muy wimpy, que me saltaba incluso en esos años universitarios. Además me da risa que tira líneas en latín, pero que en conjunto no dicen nada. No es primera vez que lo hacía, Ralefun tiene una pieza también wimpy pero soportable llamada "In Einsteinesse's Memory" (no me pregunten que chucha significa, aún no entiendo) que también parafrasea refranes en latín, como si fueran palabras mágicas. Y también el toque disco. ¿Qué weá, Antonio culiao?

Missanigra tampoco apaña mucho, aunque retoma el toque darks y Ego Sum Qui Sum continua con ese valiente intento. Entonces entra ese violín de sintetizador, que no hace mucho, pero sigue haciendo más de lo mismo. Yo creo que he visto más variedad en bandas dark ambient que aquí. Pero pasados los casi 8 minutos de ese tema, vienen los que, para mí, son las dos joyas de esta corona de barro y pasto seco.

Un órgano otra vez golpea los tímpanos, hasta que se funde en un drone ahogador de tinieblas y humedad. Entonces viene Doris y una recitación. Eso es "Morti Vident", un "malus track" (bonus track, pero malulo, geddit?) de otro proyecto de Antonio con Doris llamado Da Invisible Force. La fuerza de esta canción o recitación se encuentra en su aire a sesión espiritista. Por fin, después de años del mito del origen de sus letras, entramos a algo similar a sus sesiones. Las letras están en italiano y versan sobre la futilidad de la vida del hombre y los placeres en que se entrega en una existencia sin mayor sentido, eclipsados por la sombra perpetua de la muerte. Pero el crescendo en sus palabras y la aparición de dos voces más crean la imagen de la mesa, las manos enlazadas y las velas subiendo y bajando su brillo. Y cuando lo bueno termina, lo bueno continua. Aquí abren los órganos otra vez y dan paso a ese seudo-clavecín con bajo y la voz de Doris para arreglarlo todo. Así abre "1999 Mundi Finis". Qué buenos tiempos, cuando pensabamos que el mundo terminaría a finales de los 90... Quizás Doris Norton no es muy afinada, quizás tampoco muy melódica, pero para el tipo de música que se buscó componer, su voz queda del uno pirulo. Y otra vez el existencialismo inunda las letras, con una crítica al "homo consumidor", acumulador de lo terrenal y negador de lo espiritual. Suena medio eclesiástico para algo supuestamente satanista, pero qué weá se yo. Una composición bonita. Ojalá durara más, pero en Jacula la hicieron durar como 7 minutos con el título de UFDEM y no, weón. No.

Ahora la pregunta. Si tanta caca le tiré, ¿por qué subirlo? ¿Por qué darle un espacio?

Lo curioso es que, a pesar de toda la mierda que pareciera haberle tirado, es un disco que tolero. Si encuentro algo digno de leer a las 2 AM, algo que me impedirá dormir con la puerta abierta con miedo a ver al hombre del sombrero (larga historia) parado en mi puerta, este disco es mi OST. No es algo que pongas para sentarte a escuchar, porque posiblemente solo pases rabia o quedes con una sensación de vacío, exceptuando a los temas adicionales. Es algo para poner de fondo, que suene ahí mientras lees o te cuentan o cuentas algo en tu junta de halloween o de cualquier día, si eres como yo. La música que suena para darle el tono fílmico a esa noche, para que de vida a las siluetas en las paredes y haga tangibles los dedos que bajan por tu espalda. No está hecha para eso, pero ya que existe se le puede sacar un provecho, y este sería el de muzak de terror. Como esa música de relleno de los ascensores gringos o las tiendas gringas, pero en terror. Nada que requiera mucho análisis, nada muy complejo, solo ambiente. Aunque los órganos a veces estallen y ese bongó invite a escucharlo con detención y cagarse de la risa, pero lo importante es que esté ahí. O no tan importante, en verdad. Cosa suya si lo bajan. Yo personalmente no lo encuentro desechable y no siento que esté de más ponerlo en la fecha.

Ahí veré si vuelvo para otro post halloweenesco. Este es el segundo en una noche, pero siento ánimos. Aunque lo mencioné, maté la racha. Así funciono, no sé que chucha.

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