domingo, 23 de octubre de 2016

Aphrodite's Child- 666 (1972)


¡PWA PWAPWA PWA PWAAAAAAAA! [Sonido de trompetas de reggaetón/Calle 7]
Ya, hace rato que llegamos al fin del especial "Vi'a Shile coshino culiao" y tenía que darle inicio al especial de Jálogüin, alias Samhainmusikfest. Pasamos de una fiesta patriotica a otra más extranjera que nosotros en estos lares y tiempos, pero más antigua que la primera civilización oficial. Siempre lo digo, no tenemos para que celebrar esta weá, no nos corresponde, pero si sirve como momento de algarabía, comilona y controversia entonces no veo por qué no. Es por eso que estoy en medio de una investigación histórica para ver como adaptar la fecha a nuestro calendario, onda para tener mi propia fiesta y que nadie webee con sus nacionalismos ni sus pokes ni sus mons. Ojalá la motivación no me pare a mitad del avance, como siempre pasa. Jajaja, sabemos que así será.

 Si me pidieran resumir a Grecia al vuelo por conceptos y personajes la lista no sería muy larga: filósofos clásicos gritando "TOGA TOGA TOGA ¡2000!, crisis financiera, lol democracia, Zorba El Griego, hermosas casas blancas mirando al mar, Nana Mouskouri, wasssshita Alexis Bledel intepretando a la mina con ascendencia griega de esa película en que unas amigas usan los mismos pantalones, Vangelis y Demis Roussos.
Vangelis es un nombre que suele trascender generaciones: es conocido por sus trabajos como compositor de bandas sonoras entre las que destacan las películas Blade Runner, Carrozas de Fuego, Heaven and Hell (nombre del disco en realidad, pero una pieza de éste fue el tema principal de Cosmos de Carl Sagan), La Conquista del Paraíso, Alejandro Magno y el álbum L'Apocalypse des Animaux, cuyo tema "La Petit Fille della mer" lo recordamos los chilenos cercanos a o mayores de 30 por ser la música de fondo de Tony Kamo en ese programa que tenía con César Antonio Santis. Demis Roussos, en cambio, es el que te delata la vejez, porque suele ser recordado por cuarentones con canciones como "Morir al lado de tu amor" y "Forever and Ever", que estoy seguro que también la hizo en español pero mi mamá no recuerda el nombre. Pero hay algo que mucha gente vieja que creció con la música de estos grandes no sabe u olvida y es que en los sesentas eran compañeros en la misma banda de rock, y rock progresivo más encima.
Aphrodite's Child nació en 1967 fruto de la unión de talentos de los mencionados músicos junto a Silver Koulouris en guitarra y Loukas Sideras en batacas. De todas maneras decir que en sus inicios la banda tocaba rock progresivo sería mucho, pues en realidad End of The World (1968), su primer trabajo e It's Five O'Clock (1970) son más representantes del pop de la década con tintes prog, estilo Procol Harum (los del "White Shade of Pale" por si no te acuerdas por nombre), lo que de paso les valió cierto reconocimiento en Europa y el beneplácito de la industria disquera, llevando incluso disco de oro a la casa por un single que lanzaron antes del primer álbum. Pero son los 70 y la tierra comienza a apestar a sus muertos; es entonces cuando llega el punto de inflexión de la banda.
 En el lapso que no narré desde que se arma la banda hasta el segundo disco pasaron muchas cosas, como miembros de la banda que se iban a hacer el servicio militar, peleas intestinas, incluso el final de una dictadura militar que, como buena dictadura, restringía la expresión creativa de los artistas, pero las tengo guardadas por si subo los discos anteriores. En toda la batahola de eventos Evangelos Papathanassiou, nombre real de Vangelis, tiene una visión sobre el futuro de la banda y la humanidad. Bueno, esta última visión la había tenido unos mil y tantos años atrás un hombre cuyo nombre fue latinizado "Juan", también en Grecia, y la plasmó en un capítulo más de ese mamotreto conocido como la Biblia: el Libro de las Revelaciones, alias el Apocalípsis.
El proyecto era ambicioso, pues había un concepto desarrollado detrás. Vangelis unió fuerzas con el director y productor griego Costas Ferris para armar una historia que rivalizara y a la vez siguiera la línea del Sargent Pepper's de Los Beatles, plasmando un relato sobre un circo dando un espectáculo en alguna ciudad cualquiera. El show en sí esta basado en el libro del Apocalípsis y todo comienza a salirse de control cuando el mismísimo día del juicio final se desata alrededor, pero el público no puede discernir entre cual es la presentación (bastante pomposa desde un principio) y cual es el armagedón mismo. En sí son dos shows unidos por fuerzas desconocidas, en este caso la troupé de artistas y Dios que también tenía su espectáculo para la misma fecha, y terminan siendo una asombrosa y explosiva puesta en escena de la lucha entre el bien y el mal y la salvación de los justos. Sus creadores siempre dijeron que la historia había de leerse como una narración no lineal, donde se intercalan tiempos, de pronto un vistazo a tiempos idos y saltos al futuro, pero personalmente siento que, con lo no-tan-poco que recuerdo del Apocalípsis de San Juan, todo parece seguir una secuencia similar al evangelio. Claro, de pronto tenemos algunos temas mostrándonos la obra de teatro y de pronto, sobre todo las canciones e instrumentales más relajados y "espaciales", son vistazos a las señales de apocalípsis en otros escenarios.
 No hay mucho que decir sobre la música... mentira, hay harto, sobre todo si comparan los trabajos anteriores (perdón perdón por no subirlos DX) con esta elefantástica pieza de rock progresivo, que salta entre lo sinfónico, psicodélico a experimental. De hecho hay harto del espíritu de los sesentas en este disco, aparte de lo instrumental que ya es mucho, con referencias a los escritores de la contracultura hippie Jerry Rubin y Abbie Hoffman, y la teatralidad de los happenings. Hablando de happenings prepárense para volar sus mentes con esto: Salvador Dalí escuchó el disco y les dijo "cabros, esto me recordó a la Sagrada Familia [la catedral inacaba de Gaudí] y a Durero y quiero hacer un happening basado en esto." La historia del por qué no pasó es relativamente chistosa y la contaré porque hace poco la caché y también quiero hacer tiempo para no pensar en el espantoso dolor de la existencia: Como les decía, Dalí estaba cautivado por el álbum, que acababa de escuchar en el "primer aniversario del no-lanzamiento del disco". Resulta que Philips Company, la compañía disquera, no quería lanzar el disco pues sentía que era obseno y blasfemo, sobre todo la canción "Infinity", donde Irene Papas recita "I Was I Am To Come" como una letanía que termina en una madeja de gritos y gemidos casi orgásmicos, lo que para la estirada sociedad empresarial de la época era una weá asquerosa, mucho más estando presente en un disco inspirado en parte de la Biblia. Pues en este evento Dalí conoció la obra y se refirió a ella como un "trabajo hecho en piedra", que por eso le recordaba a la mencionada iglesia de Barcelona. Le propusó a Costas convertir la música en un happening, una suerte de evento teatral experimental en que prima la interacción del artista con el ambiente, a veces el público y un montón de weás más que les toca buscar, e invitó al director a su suite parisina, donde conversaron de arte, harto de política (Ferris estaba interesado en el punto de vista del pintor sobre la dictadura de Franco y los revolucionarios izquierdistas) y su casi legendaria relación competitiva con Picasso (¡FALACIAS!). Bueno, sí, Picasso lo odiaba, pero porque era un weón prejuicioso. Posteriormente siguieron juntándose y una vez fue a la casa de Vangelis donde pusieron música griega y bailaron como cabros chicos, todo muy bonito. Fue entonces que, un estúpido día perdido en la memoria, un amigo de Ferris le dijo que quería conocer a Dalí, que era admirador de su trabajo desde siempre y si podía hacerle la paleteá. Costas se dijo "ya, ¿que podría malir sal?", Salvador accedió y lo invitó a una once, donde conversaron largo y tendido sobre lo humano y lo onírico y todo muy educadito y cordial, hasta que terminando la velada el mata de weas del amigo se despide y le dice a Dalí "Y mis saludos a la señora Eluard". Gala, la pareja y musa de Dalí, era la esposa de su amigo Paul Eluard, a quien Salvador se la quitó porque un hombre que pinta jirafas fotorrealistas en llamas puede. Dalí estalló de ira y desde la puerta le gritó mil weás, cosas que él no quería saber, que "es la señora Dalí, no Eluard, conchetumare, y si soy tan choro batámonos a duelo", así tal cual. Palabra. Y gracias a ese amigo del alma no hubo happening, porque Salvador Dalí no quiso saber nada más de ellos.

 Volvamos a lo musical. De principio a fin se hace fácil imaginar la obra teatral detrás del concepto, con ese coro griego cantando "We got the system to fuck the system" de la primera canción y que revienta en la algarábica "Babylon", con un presentador y bronces que celebran la caída de la ramera Babilonia, símbolo de la sociedad en decadencia. Posteriormente las canciones van describiendo versículos del Libro de las Revelaciones, como la ruptura de los sellos por el cordero y llegada de los cuatro jinetes en "The Four Horsemen", con una canción muy suave, gracias a la suave voz de Demis Roussos, que estalla con la batería en la enumeración de cada jinete y su color, en un desplante de rock pop que bien fue elegida como el single promocional del disco. La primera razón de asombro y belleza viene con "Aegean Sea", una espléndida pieza de rock progresivo ambientada por los teclados etéreos de Vangelis y una guitarra psicodélica que me suena más a una de esas trompetas que usan en la India (no puedo recordar el nombre) que una guitarra. Hay segmentos como "Seven Bowls", "The Wakening Beast" y "Lament" que son más exploraciones con ruido de fondo y plegarias que canciones elaboradas, que de todas maneras no pasan más allá del minuto y sirven para cambiar entre escenas o relatar eventos de menor duración. "The Battle of the Locust", por otra parte, también es un instrumental corto casi funky que narra con música la invasión de langostas con cola de escorpión que salen del centro de la tierra, para luego conectarse con "Do It", otro instrumental que pasa a un rock más rápido y el bajo pasa de groove a palpitante y arrollador.
"The Beast" al parecer retoma la narración realizada por el grupo teatral, sumido ya en el caos del fin del mundo y en el cual buscarían al anticristo entre los hombres, uniéndose con la recitación en griego de "Ofis" y la presentación de las siete trompetas de los siete ángeles en "Seven Trumpets", cuyo punto cúlmine (la muerte por fuego de los pecadores, la liberación de los caballos con cabeza de león y cosas así) es interpretado por la canción "Altamont". "The Wedding of the Lamb" y "The Capture of the Beast" ya vienen un poco a cerrar el libro, habíendonos saltado varias partes importantes de esta épica psicodélica y psicótica de la prosa judeocristiana.
 "Hic et Nunc" es una pieza pop, con un coro masivo cantando "aquí y ahora" en latín y otras letras no tan acordes al tema, que ya nos dicen que podrían ser de la troupé. Para estas alturas supongo que la gente ya habrá tomado obra y evento como un todo y estarán celebrando por la llegada del juicio final y un show aparatoso lleno de muertos, fuegos y químeras. Pero no termina hasta que se banquen los 19 minutos y medio de "All the seats were occupied", que a mi parecer ya reestablecería el orden al caos luego que el diablo y la bestia fueran lanzados al pozo de fuego eterno por otros mil años más. Junto al instrumental alimentado por el teclado y la batería se une un collage sonoro de varias canciones del disco, junto a los gritos de la actriz Irene Papas en "Infinity"; pero el final oficial, tanto de obra teatral como de la vieja Tierra, viene con "Break", que añaden a esta balada de piano unos cantos en scat para quitarle seriedad al tema, recordándonos a todos que fue sólo un show... ¿o no lo fue?

Quizá los más sagaces se preguntarán "eye weón, ¿pero que tiene que ver esto con el especial de terror?". Ja-ja-JÁ, jóvenes. En mi vida le he dado mucha importancia al aspecto religioso. Quizá demasiada. No tanta como le daría un sacerdote o un evangélico, pero harta para ser un bautizado bajo la fé católica que no ha ido a misa en décadas y no ha excomulgado por flojera. Cuando era niño mis aprehensiones morales tenían base cristiana, no hacía tales cosas por temor a pecar y más de una vez oré llorando porque no sabía si mi familia iría al cielo o irían al infierno mientras yo quizá me salvaba. La incertidumbre del más allá me mataba cada noche, el temor de ver a mi familia arder en el fuego eterno o al revés, yo estar ahí, me destrozaba los nervios cuando venía a mi mente. Ya como a los 15 años más o menos empecé a cuestionar directamente, en iglesias evangélicas, con testigos de Jehová y en menor medida católicos, las verdades del Antiguo Testamento, la promesa de la segunda venida, el destino de las almas y la validez de la fé. Cuando nadie me dio respuestas satisfactorias y dejé de tomar en serio lo que de niño me asustaba me quité un gran peso de encima. No critico ni ataco a la gente que cree de corazón en la palabra de la Biblia, bien por ellos, tienen algo en que creer y una base moral a cual atenerse (bujujú, nosotros paganos no, somos animales... Já), pero si me ha pasado que mucha gente se ofende cuando mencionó el terror que me inspiraba una vida bajo el ojo omnipresente de un dios incordial y vengativo y la duda asesina de si mi alma será digna de salvación o no. Para mi no, si creyera en Dios como antes nunca jamás creería ser salvo ni que alguien lo merezca. Nunca nadie jamás.
 Sólo quienes compartieron en algún momento de sus vidas ese mismo miedo comprenderán por qué esto fue al especial de terror. El mero concepto de algo que siempre ha existido, regido de cierta manera nuestras vidas, aparecido de formas aterradora ante espectadores pasmados y nos ha enterrado la semilla asesina de la enrredadera de la duda y el miedo a moverte para no pecar es algo que Lovecraft retrató con sus dioses, pero cambiandole los nombres y un poco las intenciones. El dios judeocristiano facilmente podría ser Azathoth o cualquier ser interdimensional sediento de venganza y luchando por la perpetuidad de su culto. Claro, habrían formas de lavarle un poco esa imagen, pero según ellos mismos me han dicho no se puede hacer tal cosa, lo que te dicen las escrituras es la verdad y es inamovible. No puedes adaptar a ese dios atemporal y adimensional a tu pinta, no puedes dotarle las virtudes que deseas porque ya deja de ser El Dios y no es más que tu proyección imaginaria de quien deseas. Algo así como querer cambiar a tu pololo(a). No puedes siquiera explicarlo o detallarlo, tienes que simplemente aceptarlo. Por eso no podía seguir metido en esa maraña de aceptación a ciegas, estaría a puertas de una esquizofrenia, y la verdad es que si mi salud mental fuera un puente, un par de tablas flotando a la deriva serían más estables. Nah, pero quizá siguiendo el camino hubiera terminado así. Igual alguna vez quise ser sacerdote, tal vez habría aprendido más de lo que nunca se me dijo... ¿pero a costillas de creer por creer? No gracias. Eso es terror. Eso es horror. Creerlo a ciegas y de pronto preguntarte el por que y no poder respondértelo ni que te lo respondan. Que la duda siga ahí, creciendo, sofocándote los pensamientos e instigándote el pavor. No poder sacudirte la tula al mear porque podrías pecar si le das un movimiento de más. Cuidar tu lenguaje, que si bien es un buen camino al virtuosismo, no debiese ser una obligación escrita y penada con mil años de fuego azul y azufre.
Conozco gente que enloqueció estudiando la biblia, así como gente que progresó super bien como personas una vez que lo hicieron. Recuerdo la historia de una monja que terminó con crisis de pánico leyendo el Apocalípsis. ¿Lo han leído alguna vez aunque sea por curiosidad? Sé que muchos son simbolismos (para otras personas no, ahí es donde chocamos), pero yo cacho que podrías ver una maratón de David Lynch buscándole significado a cada cosa rara y cerrar con Begotten y te encontrarías con cosas menos monstruosas.
 Ya, hasta acá con esto, creo que ya expliqué y sobreexpliqué mi punto, así que solo me queda esperar que vuelva con otro post antes de halloween, considerando que otra vez no tendré donde ir y pasaré sentado frente al pc comiendo chatarra después de un horrible día de trabajo en que esperaré que la gente me diga "oiga, recomiendeme algo de terror" y nadie lo hará.

 Ah chucha, legal, el disco po.