viernes, 24 de septiembre de 2021

Sparks - Kimono My House (1974)

 No sé por qué nunca subí este disco, pero tampoco sé si lo subí antes y no revisé. Lo importante es ver si esto pasa el filtro yutesco de Mega y la DE EME CE A, para que pase el filtro de sus celulares, pendrives (si aun dicen bacán y les crujen las rodillas al agacharse) y posteriormente oídos. 

En este espacio me he hecho cierta "fama" de traer material poco usual. No raro, porque raro es que les gusten mierdas con dos notas que se repiten por 3 minutos mientras un gestor de la narcocultura tiene un infarto cerebral y amigdalitis musitando sobre bailar, pero sí cosas que costaba un poco más encontrar. Hablando de eso, en mis últimos viajes mentales, me he puesto a pensar en eso de ser raro. Yo no soy de esas personas que se vanaglorian de ser raro, único y detergente, aunque si valoro harto la identidad individual no forzada, pero me puse a pensar en que igual para mis vecinos (venezolanos, ciudadanos promedios que escuchan reggaetón, una pareja que respira por la boca y un par de cabros chicos que gritan mientras stremean) debe ser raro escuchar weás de Camboya a todo chancho o solos eternos de banjo. Pero volao pienso puras cagás, en verdad. Al menos últimamente. Todos tienen su mundo interior que suelen exteriorizar y muchas veces la gente es más tolerante con lo desconocido que cuando anda en grupetes. Y como no hay reclamos, asumo que hay tolerancia. En mi caso no, escuchar a mis vecinos cantar bachatas curaos me da acidez y algo similar al estado berserk de los Viking 5. ¿Viking 5 se llamaba ese pueblo de comerciantes y matacuras, o no? Estoy seguro de que si. O quizás era una sonda dirigida a Fobos... lo importante es que esta vez relajo un poco la raja y traigo la buena música de carretito setentero.


 

A ver, creo que debo corregir algo. Si bien Sparks puede calificarse como glam, no sé en verdad que tan carreteable es su música. Sparks, una banda estadounidense de los setenta, nacida en Los Angeles por el impulso creativo de los hermanos Ron y Russell Mael, tiene la característica de meter la androginia vocal y estética del glam con las melodías poperas y rockeras de su década. Piensen en los primeros años de Roxy Music, con menos pretensiones artísticas (aunque no menos artístico) y más interés radial, algo de T-Rex /Marc Bolan setentero y el piano rápido a la Elton John, métanle un acento falso británico y después de su paso por el matraz y destilado tendrán unas Chispas saltando en el laboratorio (geddit? chispas). Pero pensándolo bien, como decía, creo que el resultado sería más bien un híbrido de glam con art rock, como los citados Roxy y los pulentos 10cc.

Cuando salió Kimono My House, Sparks ya llevaba 2 discos a su haber. El primero, "Sparks", era prácticamente el disco que grabaron como el proyecto anterior Halfnelson, que también fue el nombre de la primera edición del disco, era puro pop rock muy piolita, lo mismo "A Woofer in Tweeter's Clothes". Sonaban un poco diferentes, se notaba identidad, pero no había mucho de que engancharse. Aunque dicen que los shows eran buenos. Como en toda banda, eso ayudó a conseguirse un fanbase. Y para su mayor placer snob y sexual, una amplia fanaticada de ingleses. Bueno, no lo dije cuando mencioné lo del acento, pero si, los hermanos eran terrible anglófilos. Reino Unido les entregaba toda la música buena y ellos querían seguir ese camino. Entonces el cambio, o la cúspide, vino con el tercer disco. Llega a las radios británicas el single "This Town Ain't Big Enough for the Both of Us", que arreme con un piano energético y un Russell con los pantalones más apretados que antes. Fua, número dos en las listas y su disco al cuarto lugar. Igual no es poco, considerando que el año anterior Pink Floyd voló la raja en las listas con The Dark Side of The Moon y unos gringos con ganas de pachanga y un sentido de humor de negro a infantil llegan para plantarse ahí.

Siempre que les hablan de Sparks les van a recomendar el Kimono. Siempre. Y yo, como su dealer y amigo, les doy toda la razón a estas antenas repetidoras. Porque en verdad, considerando los trabajos anteriores y lo que vendría, Kimono es una obra maestra en términos de composición, edición y fuerza. Tiene esa intención vivaz del glam en lo rítmico, el resto de la banda son super buenos, aunque quedan eclipsados por las dos caras visibles del grupo. Ahora la puesta en escena destaca a un bailarín Russell por un lado y a su hermano con bigote de Hitler en el otro, picoteando sus acordes tieso como muñeco de cera. Es una weá rara y a nadie se le escapa eso. Pero lo saben explotar, saben convertir el glam en arte pop musical, plástico y escénico. Y las canciones no defraudan: las rimas de "Amateur Hour" poco esconden las visitas de adolescentes a un prostíbulo para practicar el viejo mete-saca; "Falling in Love with Myself Again" describe esa sensación que algunos hemos sentido más de una vez del amor propio, no ese en tono de autoayuda, aunque tampoco onanístico, pero si casi platónico; la chistosa "Here in Heaven" y su relato en primera persona de una pareja que hace un pacto suicida y el tipo, que fue el único que se lanzó al mar, se pregunta si su amor aun piensa en ella mientras él espera en el cielo y mi última favorita "Equator", que abre con una línea bacán ("siempre he sentido que tengo un gran talento para juzgar el carácter humano...") mientras el narrador espera a su cita, pasan las horas y nunca llega, preguntándose si está mal la fecha, la hora, el lugar, lamentándose por sus regalos derretidos y mustios. No por nada pongo a Sparks, o a este disco en particular, a la par con los genios de la comedia sutil musical 10cc, de los que alguna vez traeré algún disquito. 

Escúchenlo y notarán algo de glam, pero como les decía dificilmente lo sería. El glam nunca fue música inteligente. No digo que Borges les escribiera las canciones, pero claro está que su calidad lírica, acompañada de una música donde el rock oculta algo casi anacrónico en su sonido, le patean el culo depilado a las bandas del género. Pucha, Bowie entra al ruedo, pero lo suyo también va más por el art, aunque su pinta calce en el glam. Tiremos al pederasta de Gary Glitter, Sweet o Slade (que son bandas que me gustan, así que no hay odio aquí) y se ve la diferencia. Se hizo pachanga (o algo así) sin perder perspicacia. Y si no los encuentran cabezones, porque no lo eran, los estoy midiendo con una vara apta para el contexto, tendrían razón porque los hermanos Mael detestaban el folk que sonaba entonces por lo mismo: música cabezona que no se baila. Y sin querer, le metieron algo de agudeza a una escena de cabezas huecas.

Casi terminando el año en que vieron el éxito con Kimono My House, Sparks saca Propaganda, que a duras penas mantiene la atención del predecesor, pero por ninguna parte lo supera. Aquí es donde los pattonianos contactamos con Sparks, también como los conocí, pues varias bandas, entre ellas Faith no More, sacan un disco de covers de sus hitazos llamado Plagiarism, donde reversionan "Something for the Girl with Everything" y "This Town..." del disco anterior. Esos covers están posteados en este blog. Abran la etiqueta de Patton a la derecha, me da paja pegar el link. Ah, pero retomando lo anterior, de Propaganda en adelante, Sparks no logra dar el palo al gato, quizás por haber sido frutos de su era, y se van y vienen de vez en cuando, sostenidos por sus muchos fanáticos de corazón.

Respecto a este disco, esta es una reedición del 2004, que trae tres bonus tracks pasado Equator: "Barbecutie", que no me gusta mucho, "Lost and Found", que eh, y una versión en vivo de "Amateur Hour", que parece haber sido grabada como a los 40 minutos de concierto por como suena Russell. Pero por lo general, como usuario del fósil digital Winamp, borro de la lista esos temas y me doy el lujo de 30 hora del original. Original que también espero comprarme pronto. Pero mientras tanto, amigos que aun juntan mp3 en caso de inundación o contacto alienígena, tengan el digital.


Nos vemos en otra entrega de Cagandoenlosyuyos from the grave.

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