Ya todos saben que hace casi una semana vino Roger Waters a Chile como parte de su gira The Wall y dio pedazo de espectáculo. No, no cito un cliché, el tipo DIO-EL-SHOW. Puede que Waters no sea Pink Floyd, que nunca haya sido el mejor bajista del rock ni un gran cantante, pero tiene un gran talento como letrista y ni siquiera cuando se separó del grupo en 1984 perdió su toque de humor negro, crítica social e introspección. Ahora bien, sé que esta gira no es más que la muestra de una estrella de rock recogiendo los frutos imperecederos de sus viejas glorias, pero por lo menos se nota que Waters aprovecha los millones que ha ganado a lo largo de su carrera como miembro de Pink Floyd y como solista, porque la magnificencia del escenario solo puede compararse con la de su anterior gira con la banda en el 81 (la misma que los llevó a perder millones y de la que solo el difunto Richard Wright pudo sacar provecho al estar como músico de sesión). Todo, desde la pantalla que ocupaba practicamente la mitad del Estadio Nacional, con proyecciones 3D y un muro que poco a poco se levantaba, hasta los efectos semi-Pink Floyd como el avión y la pantalla del medio, sirven como una lección para enseñar que el rock no solo debería estar en los solos de guitarras y los estadios llenos, sino también en una presentación bien lograda y en el concepto.
Hablando del concepto, algo que se hizo obvio fue que el concepto detrás de The Wall pasó de ser una historia sobre aislamiento personal, vicios y autoanálisis a una crítica al consumismo, las guerras, los dogmas y la insensibilidad de la sociedad contemporánea en todos estos ámbitos. Mientras pasaba todo ese desfile simbólico por los ladrillos del muro no pude dejar de pensar en el penúltimo trabajo de Waters como solista: Amused to Death.
En 1992 las cosas no iban muy bien en materia internacional: Había pasado un año de la primera Guerra del Golfo y nada en Medio Oriente se había solucionado; las cosas en Bosnia y Herzegovina empezaban a caldearse, comenzando los primeros brotes de la guerra que llenaría las pantallas en los próximos años; los problemas raciales de Estados Unidos se hicieron más evidentes con los disturbios de Los Angeles; mientras que en Chile se avanzaba poco o nada en cuanto a poner tras las rejas a quienes estuvieron al mando por más de 20 años asesinando a quien se atreviera a "mover una sola hoja". En ese escenario tan gris y deprimente, Roger tomó unas canciones que había escrito en la época del Radio KAOS, las actualizó, sumo otras y voilá, un disco conceptual nuevo. El tema era la situación actual vista desde otro prisma, desde el de una sociedad que consideraba la guerra como un deporte más, con apuestas y transmisiones en vivo, mezclado con hechos anteriores, como las protestas en la plaza de Tiananmen, la Primera guerra mundial, tele-evangelistas hambrientos de billetes y esa pregunta que más de uno se habrá hecho: ¿Donde esta Dios en todo esto? ¿Que mierda hace mientras nos volamos nos sesos? ¿De que lado está? Según los judios, del suyo; según los alemanes, con ellos; según los franceses, combatía a su lado; según los talibanes, está con ellos; según Nietzche, de ningún lado porque ya murió; para muchos, se reencarnó en dólares, euros, pesos, yuans y yenes.
Retomando lo de la idea tras el disco, el concepto consiste en un gorila viendo tele en su jaula, haciendo zapping entre noticias y programas de concurso. Al principio (The Ballad of Bill Hubbard) y al final de la última canción (Amused To Death) se oye una entrevista a Alfred Razzell, veterano británico de la Primera guerra mundial y sobreviviente de la Batalla del Somme, una de las más sangrientas y lentas que se libraron en el frente francés. Recordemos que, a diferencia de la segunda y las guerras posteriores a esta, el frente europeo consistió en líneas de trincheras que avanzaban y retrocedían dependiendo de quien fuera el bigotón bebedor de té al mando, así que toda victoria era inútil a menos que se pudiera conservar la línea sin que una horda de alemanes, ingleses o gringos mande a la mierda todo el sacrificio inútil de vidas. Algo que volvió legendarias y temidas a las trincheras era el terreno baldío que separaba una línea aliada de otra de la entente, conocida como la "tierra de nadie", franja de tierra y barro salpicada por minas, cráteres de mortero y alambres de púas . Fue en este lugar donde "Alf" Razzell, retirando los documentos de los caídos en acción, se encontró con su viejo compañero de armas William Hubbard herido de gravedad, con un agujero enorme en su costado por el que se podían ver sus visceras. Al ver a su compañero en estas condiciones y con vida, Razzell lo tomó y lo llevó a cuestas a través de tierra de nadie, sorteando agujeros de impacto, cadáveres y el caos de la batalla; mas Bill sabía que no sobreviviría así que le urgió a dejarlo ahí, en tierra de nadie, y que se salvase él solo. El dolor de Bill no le permitiría seguir avanzando junto a Alf y él lo sabía, por lo que lo siguió su camino y llevó en su memoria el peso la culpa de abandonar a un compañero. Años mas tarde, Alfred volvió a Francia para visitar el Memorial que honra a quienes cayeron en la Batalla de Arres y su conciencia volvió a respirar tranquila al ver que William Hubbard nunca fue olvidado, pues su nombre estaba ahí junto a los hombres que no vieron el final de "la guerra que pondría fin a todas las guerras" (estúpidas promesas de políticos). Ese epílogo es el que se escucha al final de Amused to Death.
Hablando del final, esta última canción habla sobre el fin mismo de la humanidad (¿guiño a The Final Cut? nah, solo un afán por describir un apocalipsis autoprovocado) pero en el que nos vamos riendo, "disfrutando" frente a la pantalla mientras a nuestro alrededor la sociedad y el mundo mismo se desmoronan. Ya muertos todos nos visitan investigadores extraterrestres, buscando saber que pasó con lo que alguna vez fue un planeta lleno de actividad. Entonces el capitán responde "esta especie se divirtió hasta la muerte". En resumen, los conflictos bélicos y otros problemas del mundo nos parecen tan lejanos vistos a través del viejo cajón de rayos catódicos que nos olvidamos que nadie es ajeno a ellos, y que nunca están muy lejos.
En resumen del resumen, dejemos esta charla sin fin ni hilo y pasemos a la deeeeeeescarga.
PD: Gracias Waters por el show; Gilmour... ¡motivate po viejo!.
PD2: Este post lo comencé en marzo, pero lo retomé recien hoy, por eso al principio digo que pasaron días desde The Wall en vivo. Es que tengo un bloqueo creativo cuático, pero a nadie le importa. Fin.
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La verdad, lo vi en 2002, 2007 y dos veces con The Wall. Es un genio, no me aburro y lo vería en esta nueva gira.
ResponderEliminarHermoso y potente disco... el tema Amused to death es desgarrador... un sello de este gran creador. También lo vi el 2002, el 2007 y el 2012 con The Wall y obvio, iremos nuevamente este 14 de noviembre.
ResponderEliminarMuy agradecido por permitirme esta descarga .
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