domingo, 31 de octubre de 2021

Coven - Witchcraft Destroys Minds and Reaps Souls (1969)

 Ando de la nostálgica, he'mano. O sea no, no tanto, solo ando haciendo weás como antes... y viendo weás de antes, pero más que nada haciendo. Onda, como esto, de estar haciendo algo, decir "oye culiao, ¿no ibai a hacer un post temático antes de Halloween?"

- Ah, pero si hice dos po, ¿qué más querí? ¿Mi sangre en un pan tostado con café irlandés, servido en bandeja de plata?

- Que terminí el tercer post, po grandísimo procrastinador infeliz de mierda depresivo pelo graso apilador de libros acumulador de discos no aseador de su pieza de barba rala y lentes rotos.

Y presto, con el autoestima quebrada me interrumpí de hacer NADA y retomé el post que titulé hace 5 días, siguiendo la tradición de una década de improvisar todo el texto en la marcha. Pero primero soltémonos un ratito la corbata, hablemos de la vida, como han estado, que weá fome han visto, que música de mierda han escuchado. O mejor aún, ¿cómo estarán sus jaloguines? Ah, pero primero, puesto que hablo con el aire, una queja (o primera queja): desde que me fui hace dos años he recibido miles de visitas de bots que me tienen las pelotas llenas. No comentan ni postean, pero interfiere en las estadísticas de visitas, que uso para cachar el alcance y que onda la relación de la gente con la música en mp3 y los extraños consumidores de blogs. El de Cardiacs es bueno, pero más de 1000 en dos años, en un blog que tenía un promedio de 500 visitas a un post en un año, según la popularidad de la banda, es demasiado. O para mejor ejemplo, el de Sparks ya tiene 800, con muchos de Francia. Esa weá no es una tendencia real, son bots de mierda. Pero bue, si alguien sabe como frenar eso rájese con la información, porfa.

Segunda ¿queja? Halloween po. Estaría de más decir que es mi fiesta ajena favorita del año. Septiembre tiene el 18 y sus asados, que poco puedo disfrutar porque gracias colon de treinteañero, y octubre trae la fiesta espiritual del hemisferio norte. Creo que desde que empecé a escribir he pasado por distintas apreciaciones sobre el Samhain, desde festividad imperialista que inevitablemente me gusta a sinónimo de carnaval de juegos de identidades y travesuras. Si bien sí, es fruto del imperialismo anglosajón, ya casi cada cultura la tiene adaptada que de la original poco tiene. Los gringos no celebran halloween como nosotros, pero si carecíamos de una fiesta de carnaval veneciano, de mascarada, bromas y terror, bienvenida sea. No importa que acá no tenga el valor del Samhain, sigue satisfaciendo las almas de muchos y siendo un día de felicidad, tan carente en estos años asquerosos. Y ya puesta la visión sobre la fiesta... fome po. Segundo año encerrado, al menos el año pasado me maratoneé algunas pelis de terror, ahora me toca trabajar. Y aunque no me tocara, no siento el entusiasmo de los cercanos de celebrar, más que de una amiga con la que si queríamos, pero no hubo quorum y pico, un poco de whisky en la casa en la noche y hartos clásicos del terror no más.

Hecho el exordio al peo, pasemos al álbum.



Hace unos varios años, tal vez en halloween, tal vez en un post random, hablé sobre las bandas satánicas o "satánicas" y nombré a dos con las que tenía dramas. Primero, mi drama era que fingían o presentaban una estética tétrica, de hechicería y oscuridad, pero musicalmente eran bastante planas. Me refería entonces a Ghost y a Coven. Sobre Ghost mi apreciación no ha cambiado, pero si me abrí un poco más de mente respecto a lo de Coven. Quizás con Ghost pase lo mismo a futuro, pero nah, muy pasaos a caca. En cambio a Coven lo tomé del lado de la importancia histórica más allá de la forma.

Coven fue una banda de rock hippie marihuanero oscuro de fines de los sesenta conformada por una señorita de voz de bruja llamada Jinx Dawson, un guitarrista de nombre Chris Nielsen, su bajista Greg Osborne, Steve Ross en batacas y John Hobbs en teclas. No se distinguían mucho del hard rock sesentero gringo, no destacaban por sobre las bandas comerciales de renombre y habilidades ni por las de cantina y fama futura. Pero algo en sus canciones se diferenciaba de las otras bandas en el circuito under yanqui. En vez de hablar sobre marihuana, amor y paz y letras sin sentido que buscaban emular el surrealismo de Lennon, los Coven cantaban sobre pactos con el diablo, brujas quemadas y venganzas de ultratumba. Y fueron más allá con su primer disco, titulado "La brujería destruye mentes y cosecha almas", donde Jinx, Osborne y Nielsen posan en un fondo negro, con una calaca al centro y crucifijos invertidos en sus cuellos. La contraportada muestra al trío haciendo los cuernos con los dedos sobre un altar de cruces y cráneos y ¡Oh! ¡sorpresa! monoculos vuelan cuando abren el disco y Jinx está acostada en pelota sobre un altar, con el resto de la banda, que no sale en la portada, celebra con cálices, cruces invertidas y más signos de cachos.

Para mayor contexto, es 1969, el verano del amor de Woodstock, el année érotique de Serge Gainsbourg. El movimiento hippie está en su apogeo, pero como dijera apocalipticamente el maestro Hunter S. Thompson, es también cuando choca la ola contra las alturas de San Francisco, deja su marca y comienza su retirada. Ese año Joe Cocker debuta y saca ovaciones, completamente ebrio, en Woodstock; Janis Joplin saca su disco solista, los Grateful Dead recorren EEUU con su fanaticada creciente y King Crimson fusiona una combinación esquizofrenica entre frenético rock con un cálido jazz al otro lado del Atlántico. El panorama habla de paz, un cambio de aires y una sensación de derrota. Pero por debajo hay una suerte de "perversión" de la libertad y el desánimo reinante. Ese mismo año, en Italia el ya posteado Antonio Bartoccetti parte con Jacula y en Reino Unido un grupo de hippies forma a Black Widow. Pero en EEUU Coven va más allá de las canciones con títulos ocultistas y vestirse de negro y llevan las alusiones satanistas a lo visual. Así se va gestando un subgénero hoy conocido como "rock ocultista". No obstante, usaré la vieja etiqueta de "horror music?" porque las tradiciones acá se mantienen.

Hay un dato curioso, muy sabido por los que conocen a Coven, que me salté adrede. El bajista Greg Osborne era conocido por su apodo Oz. Si, Oz Osborne. Un año después, un jovencito inglés también conocido como Ozzy, aunque este es Osbourne, debuta en la historia con la banda Black Sabbath. Black Sabbath, como la canción que abre el primer álbum de Coven y el primer tema del primer disco de Black Sabbath. Fiu.

Volviendo a Coven, el sonido no era muy diferente a lo de la época. En realidad, esas bandas dizque satanistas, más "oscuras" que "satánicas" en verdad, eran puro hard rock tradicional. Creo que Black Sabbath fue la primera que se atrevió a traspasar lo que mostraban al sonido, con sus tiempos lentos, abriendo la puerta veinte años antes al doom metal. De hecho, al contrario de lo que te dicen las viejas canutas y las viudas de iglesias, Black Sabbath es lo menos satánico de la vida. Ozzy Osbourne será muy el príncipe de la oscuridad, lo acepto, pero en sus letras el elemento de terror, o lo que desafía la moral cristina o el temor del oyente, proviene del Otro, no del Yo, a diferencia de Coven. No obstante, Coven carecía de esa innovación musical. Más parecía un Jefferson Airplane duro donde su Grace Slick tenía voz de bruja y todos tocaban más fuerte. Pero eso era el espíritu ocultistas hippie de fin de los sesenta, lo captaron más o menos bien. Dijo captaron porque nunca fueron satanistas. Prácticamente fueron un movimiento publicitario-artístico de su productor Bill Traut, que les dijo que saquen material de libros sobre brujería. No obstante, la tarea les quedó más o menos bien. Con eso, dejemos el pelambre y pasemos a la carne.

Black Sabbath abre como abriría cualquier canción medio psicodélica, medio hardrockera de sus días, contándonos acerca de un aquelarre en la cima de la montaña Brocken (¿por qué no llamar la canción Walpurgis, entonces?), donde el Diablo oficia la ceremonia y todos se unen en una orgía y weá. Y no es solo en palabras, poco a poco aparecen coros masculinos de AH AH AAAAH y desemboca en un tumulto de voces, ruidos instrumentales y todo lo que se necesite para que suene como orgía (excepto fluidos y los llantos posteriores). En verdad tengo super pocas palabras para cada canción: no es que sea un mal disco que solo deba apreciarse por su valor estético-histórico, es que son de un rock bien tradicional que no resiste mayor análisis más allá de las historias que cuenta, donde si destacaría a Coven in Charing Cross. Es un cuento bien explícito sobre trece cultistas que se reunen (no sin tomar sangre de bebé y tener una orgía antes, porque hay que tener buenos modales) a complotar contra un cazador de brujas y su familia, en venganza por el líder del grupo que este cazador quemó. No concluye en nada, pero se asume que la magia negra prevaleción. Lo bacán es que la estructura de la canción, si bien estándar para el rock comercial, ayuda mucho al ambiente de reunión mágica, que poco a poco abre paso a un pre-coro recitado y un coro básico, aunque pegajoso (siempre me encuentro pensando en ese "Cooooven in Chaaaring Cross") y culmina en un alocado LALA LALALALA. Tiene un espíritu muy rock pop, como decía, pero es efectivo, al final, solo que muy corto. Al menos una tercera para saber que fue del cazador. Lo mismo puede decirse de "For Unlawful Carnal Knowledge" (FUCK, ¿cacharon?), que termina siendo muy pegadiza y tarde o temprano te encuentras recordándola. O para muchos Wicked Woman, que no me gusta tanto porque le falta el Lucifer, a menos que sea una secuela espiritual de "Devil in disguise" de Elvis Presley (no lo es, no lo googleen).

El cúlmine de todo este mal viaje psicodélico por los recovecos de la brujería negra es Satanic Mass, una pieza que se explica sola con el nombre. De hecho es eso. O busca aparentar ser eso, en verdad. Más de un satanista, no sé si la iglesia misma, pero si algun fiel, dice que es una weá muy sacá del poto, pero tampoco es para crucificarlos. Ah, crucificarlos, ¿cacharon? Estamos hablando de los 60, con una buena carga de películas de terror oculto dando vueltas por ahí, donde The Devil Rides Out, estrenada apenas el año anterior, es casi un referente obligado a la hora de hablar de terror con satanismo, sesiones espiritistas y lucha a punta de magia contra las fuerzas demoníacas. Hay una representación de una misa negra muy cercana a la de las canciones de Coven, pero que tampoco dista mucho de esas de los tiempos de Goya, en plena inquisición. El problema es que las descripciones de la inquisición fueron sacadas a punta de tortura, nunca tuvieron evidencias duras más allá  del miedo y el prejuicio. No digo que no hayan ramas que buscan replicar lo que supuestamente se hacía entonces o que mostró el cine de terror, no sería raro (no todas las brujas son buenas, hippies cuicas de mierda; donde hay luz hay sombras, ¿que no aprendieron eso?), pero si hablamos del Satanismo como institución eclesiástica, al parecer esa misa negra interpretada por la banda solo seguiría siendo un trabajo de ficción. Un detalle interesante es que la trascripción paso a paso viene dentro del álbum, junto con las letras. Por cierto, muy bonita la presentación del disco, si encuentran la versión gatefold cómprenla.

Uno se preguntará ¿por qué, a diferencia de otras bandas más darks como Black Sabbath, Coven no es tan conocido? Pues no es tanto por un tema de originalidad o talento. Es que tuvieron la mala cuea, malísima cuea, de aparecer justo cuando pasó lo del asesinato de Sharon Tate a manos de algunos miembros de la "Familia Manson". Entonces el chiste se cuenta solo. Hippies, seudo-satánicos (ciertamente raros y "malos"), con un disco y canciones aludiendo a sacrificios humanos... mala pata. Una revista hizo un reportaje sobre los hippies ocultistas satanistas marihuaneros comeguaguas y puso una foto del "Witchcraft" como ejemplo. Y hablando de ejemplos, ahí hay uno de que no siempre una mala publicidad es buena publicidad. Al menos el veto les duró hasta que la gente y la prensa los olvidó. No obstante, la banda perdió algo de popularidad en ese tiempo, o eso se puede deducir al ver el resultado de su segundo disco, titulado Coven también (1971), y Blood on The Snow en 1974, que no gozaron de la misma recepción. Aunque es posible que al primero si le ayudara la polémica de mostrarse como los "diabólicos", pero de ser así ¿por qué no les acompañó en la carrera? Como sea, después Coven ya se disolvería y Jinx pasaría a tomar el catálogo, bautizarse como "la reina gótica del metal" y continuar cantando para un público nuevo e interesado en su trabajo. Es más, hace unos días caché que vino a Chile, no sé si teloneando a alguna otra banda, pero se veía que el público joven enganchaba caleta con ella y se sabía las canciones. Así que efectivamente es la reina gótica del metal. O la reina madre, quizás.

Ya pasados los años desde esa declaración que hice acerca de Coven, aún no recuerdo donde chucha, pero sé que la hice, me deshago un poco de mis palabras y los paso a mi lista de recomendaciones para halloween que pueden acompañarles en adelante.

Tengan un Samhain bacán, no evoquen nada más grande que sus cabezas y hagan sus voluntades sin dañar a nadie.

sábado, 23 de octubre de 2021

Antonius Rex - Anno Demoni (1979)

 El rock progresivo italiano es casi un fetiche dentro de la escena progresiva. Hay gente que va por la vida consumiendo y profesando progresivo inglés, que es el prog por defecto, otros sudan metal progresivo a la Dream Theater o Therion. Estamos los que respiramos RIO o Kraut, los que viven del prog psicodélico de Gong o de Magma, que muy zeuhl será pero Magma es Magma, nada en el género se acerca a Magma. En la misma vereda, pero tomando de esas vertientes que fluyen del templo de Saturno, están los consumidores del prog italiano. Le Orme, PFM, los fugaces Semiramis y Mad Crayon, Banco del Mutuo Soccorso... los nombres recurrentes en sus playlists. No diré que no me gusta el progressivo italiano, tengo un par de vinilos por ahí que de vez en cuando escuchó, un tiempo me pegué harto con PFM (para que decir con Semiramis, pendejos culiaos secos), pero nunca enganché mucho con su fusión de prog medio barroco y con música tradicional italiana... puta, excepto con Opus Avantra, porque tiene ese elemento innovador de hacer un guiso con todo eso y con la disonancia de la música experimental y les queda rico. Pero toda esta intro de mierda, que involucra a grandes de la música, deriva a otra vertiente que fluye de otro templo. Un arroyo que nace de las solfataras con olor a peo post-huevo duro del templo de Plutón. ¿Y quien bebe ahí? Pues un guitarrista no tan malo, pero que tomó varias malas decisiones en su vida y en bajada. Me refiero a Antonio Bartocetti, conocido en el mundo artístico y ocultista como Antonius Rex.

Si usted es Vivaldi, habrá notado que ese nombre ya se mencionó una vez aquí; si usted es Pavarotti no. Sip (como si alguien hubiese adivinado...), fue en ese post completamente olvidado, hasta por mi, de su proyecto sesentero hippie dark Jacula; tan olvidado que casi lo resubo. En aquel post le tire un par de loas a Jacula, porque en verdad tiene momentos que lo merecen. MOMENTOS. Sus dos discos no fueron memorables, tampoco destacaban en virtuosismo y el mismo Bartocetti los consideró "errores de juventud", donde yo dije "ojalá me hubiese mandado errores de ese nivel en vez de haber quemado el basurero del liceo buscando impresionar a una mina blabla...", ¿ahora se acuerdan?

No.

A lo que voy es que Jacula fue su primer chapuzón en el mundo de la música. Creó todo un lore para la banda, con un médium que escribía las letras luego de sesiones de ouija con la compañía de quien sería en unos años más una de las primeras artistas de música electrónica y vocera de Apple, Doris Norton. No impresionaron a mucha gente, a mí me impresionaron en mi tierna juventud veinteañera y ahora lo harán con otros jovenzuelos y otra vez a mí, curao leyendo cuentos de terror, pero existieron, lanzaron discos y hasta se tejió una leyenda en torno a la banda. Pero Antonio quería más. Quería fama, mujeres, gatos negros, sangre de virgen y, por alguna extraña razón, música disco. Así es. En su carrera solista, lanzó un par de bodrios setenteros muy cargados a la música disco donde, ya saltando a los 90, destaca su single culiao de mierda incoherente "Pig on the Witch", con un beat tecno y un chillido falso de chancho. Weón, es horrendo. Y no en el buen sentido halloweenesco de la palabra, tampoco de snob, si a mi me gusta el tecno noventero, pero esto viene de él, uno espera... cosas. Pero de vuelta en los 70, debuta con Zora (1977), Ralefun en 1978 (anagrama de Funeral... uy mamáquemiedomemeo) y al año después el disco que nos convoca en torno a esta fogata menguante: Anno Demoni.


 

No lo traigo precisamente porque sea su mejor trabajo. O sea, mirándolo en retrospectiva... sí weón, es su mejor trabajo. Igual es triste, porque no es tan bueno, pero ya les diré por qué, por quizás primera vez en la historia de este blog que ha muerto dos veces y conoce bien lo que hay al otro lado de la conciencia, subo un disco que no considero bueno. Creo que les mentiría con eso, igual subí más de uno por compromiso, pero ignoremos eso en pos de la narrativa.

Anno Demoni es un disco donde predomina el órgano. Un órgano de tubos, al parecer. Uno sintético, al parecer. También hay violines, de vez en cuando. No son la gran cosa, pero al parecer también son sintéticos. Pero Bartocetti toca la guitarra, eso si es real. Le pone harta distorsión, para alimentar el aire oscuro y denso de estos castillos musicales construidos por la música. Hay una atmósfera de película Hammer de principio a fin, pero cuando rascamos un poco la imagen y notamos que no hay mucho desplante musical detrás, más parece una de Mario Bava... digo, con todo respeto a su técnica de cámaras, donde como dijera un buen amigo músico que en realidad no es mi amigo, pero a quien respeto mucho, el tipo hace jazz visual. En cambio, acá hay tritonos trillados, percusiones lejanas y piezas muy frikeadas. Al menos "Gloriae Manus" queda bien como algo "atmosférico". "Jacula The Witch" también se defiende un poco, con la voz dulce y "lalalienta" de Doris y una lluvia de campanitas de viento sonando. El piano le da su toque Goblin, como si viniera en alguna peli de Argento. Pero de vez en cuando, muchas veces más de una vez en cuando, suena ese somorgujo (deduzco que lo es, no hay de esos pájaros acá) o murciélago culiao de archivo y caga todo, porque se nota falso. No es como las gaviotas o los pajaritos de bosque bien combinados en los temas de Pink Floyd, acá es un solo sonido repetido ad absurdum. Pero si hablamos de absurdo, aguaiten que viene "Anno Demoni". La pieza de órgano que da nombre al disco no es muy pródiga en habilidad, no esperen a un Bach, aunque si busca replicar mucho al Dies Irae medieval, pero lo freak acá es el bongó que le da ritmo a la composición. Un bongó po weón. Yo escuché eso a los 20, más o menos, y quedé pal pico. No por lo patético, sino por lo original. Ese concepto de hippie (bongó) con dark (órgano y clavicémbalo y violines falsos) me dejó peinado pa atrás. No era muy bueno, no era algo de conservatorio, por ejemplo, pero si primera vez que escuchaba algo así. Sé que suena como una idea super ridícula, de hecho se la comenté a una amiga de esos años (salutes, espero que nos volvamos a ver; sé que la cagué, pero también que no hay mala sangre) y me miró con cara de "que chucha estai escuchando". Insisto, suena ridículo, pero me pareció original, casi como una síntesis del lado oscuro del hippismo, agonizante para entonces. Por otra parte, si quieren probar lo verdaderamente charcha, tienen "Soul Satan".

Soul Satan parte con ese sonido culiao de somorgujo al punto que cansa y un beat disco. Un beat disco en un álbum de música lúgubre. Un beat disco que deriva en un bajo disco picao a funk. Y Bartocetti intentando demostrar que puede atreverse a cantar. No cantar, atreverse. Honestamente es una canción muy wimpy, que me saltaba incluso en esos años universitarios. Además me da risa que tira líneas en latín, pero que en conjunto no dicen nada. No es primera vez que lo hacía, Ralefun tiene una pieza también wimpy pero soportable llamada "In Einsteinesse's Memory" (no me pregunten que chucha significa, aún no entiendo) que también parafrasea refranes en latín, como si fueran palabras mágicas. Y también el toque disco. ¿Qué weá, Antonio culiao?

Missanigra tampoco apaña mucho, aunque retoma el toque darks y Ego Sum Qui Sum continua con ese valiente intento. Entonces entra ese violín de sintetizador, que no hace mucho, pero sigue haciendo más de lo mismo. Yo creo que he visto más variedad en bandas dark ambient que aquí. Pero pasados los casi 8 minutos de ese tema, vienen los que, para mí, son las dos joyas de esta corona de barro y pasto seco.

Un órgano otra vez golpea los tímpanos, hasta que se funde en un drone ahogador de tinieblas y humedad. Entonces viene Doris y una recitación. Eso es "Morti Vident", un "malus track" (bonus track, pero malulo, geddit?) de otro proyecto de Antonio con Doris llamado Da Invisible Force. La fuerza de esta canción o recitación se encuentra en su aire a sesión espiritista. Por fin, después de años del mito del origen de sus letras, entramos a algo similar a sus sesiones. Las letras están en italiano y versan sobre la futilidad de la vida del hombre y los placeres en que se entrega en una existencia sin mayor sentido, eclipsados por la sombra perpetua de la muerte. Pero el crescendo en sus palabras y la aparición de dos voces más crean la imagen de la mesa, las manos enlazadas y las velas subiendo y bajando su brillo. Y cuando lo bueno termina, lo bueno continua. Aquí abren los órganos otra vez y dan paso a ese seudo-clavecín con bajo y la voz de Doris para arreglarlo todo. Así abre "1999 Mundi Finis". Qué buenos tiempos, cuando pensabamos que el mundo terminaría a finales de los 90... Quizás Doris Norton no es muy afinada, quizás tampoco muy melódica, pero para el tipo de música que se buscó componer, su voz queda del uno pirulo. Y otra vez el existencialismo inunda las letras, con una crítica al "homo consumidor", acumulador de lo terrenal y negador de lo espiritual. Suena medio eclesiástico para algo supuestamente satanista, pero qué weá se yo. Una composición bonita. Ojalá durara más, pero en Jacula la hicieron durar como 7 minutos con el título de UFDEM y no, weón. No.

Ahora la pregunta. Si tanta caca le tiré, ¿por qué subirlo? ¿Por qué darle un espacio?

Lo curioso es que, a pesar de toda la mierda que pareciera haberle tirado, es un disco que tolero. Si encuentro algo digno de leer a las 2 AM, algo que me impedirá dormir con la puerta abierta con miedo a ver al hombre del sombrero (larga historia) parado en mi puerta, este disco es mi OST. No es algo que pongas para sentarte a escuchar, porque posiblemente solo pases rabia o quedes con una sensación de vacío, exceptuando a los temas adicionales. Es algo para poner de fondo, que suene ahí mientras lees o te cuentan o cuentas algo en tu junta de halloween o de cualquier día, si eres como yo. La música que suena para darle el tono fílmico a esa noche, para que de vida a las siluetas en las paredes y haga tangibles los dedos que bajan por tu espalda. No está hecha para eso, pero ya que existe se le puede sacar un provecho, y este sería el de muzak de terror. Como esa música de relleno de los ascensores gringos o las tiendas gringas, pero en terror. Nada que requiera mucho análisis, nada muy complejo, solo ambiente. Aunque los órganos a veces estallen y ese bongó invite a escucharlo con detención y cagarse de la risa, pero lo importante es que esté ahí. O no tan importante, en verdad. Cosa suya si lo bajan. Yo personalmente no lo encuentro desechable y no siento que esté de más ponerlo en la fecha.

Ahí veré si vuelvo para otro post halloweenesco. Este es el segundo en una noche, pero siento ánimos. Aunque lo mencioné, maté la racha. Así funciono, no sé que chucha.

viernes, 22 de octubre de 2021

Magnet y Paul Giovanni - The Wicker Man OST (1973)

 Tercera u octava vez en que lo digo, pero voy de nuevo: Soy un hombre de rituales. Me salté el fiestopatrio porque me dio paja... ah no, cuando volví fue por el 18... bueno, estaba muy drogado para darme cuenta. O sea, no tan drogado, como conté esa vez creí que me embarcaría en un buen viaje ácido y solo terminé en una frenética explosión de ideas por las nefastas anfetas. En serio, legalicen los entéogenos. Ah si, el post.

El ritual del mes es más que obvio. En los tiempos en que posteaba seguido era habitual, contenía al menos cuatro discos y un especial en texto, sea de la difunta sección Memento Mori o el anónimo especial de penaduras y videos. Ahora, con la misma cantidad de tiempo que antes, pero mayor reconocimiento de que hay veces en que debo ceder ante el peso inconmesurable del ennui y la paja (en sus dos acepciones), veré si cubro al menos la mitad de lo que alguna vez hice. No prometo nada, pero prometo algo:

eh... no sé.



Toda la vida he sido fanático del cine de terror. Cuando chico me cagaba de miedo viéndolas, me tapaba los ojos, me daban pesadillas... La Mosca de Cronenberg y el remake de finales de los 80 de The Blob, conocido en latinoamérica como La Mancha Voraz, me enamoraban y aterraban. Ya más viejo, con acceso a la piratería en la feria y a VCD de pésima calidad, convertí ese amor pasajero en amor comprometido. Ahora estoy tan familiarizado con el género que ya no salto de miedo y rara vez tengo pesadillas, pero me gusta tanto que cada película me llega más por un tema de estética que por cuantas veces solté la vejiga viéndola. Es un amor más adelantado que la mera atracción física: si, bacán el gore o el suspenso, pulento el jumpscare bien ubicado y no abusado, pero los detalles propios del género y el conjunto metafísico son donde se esconde el verdadero  espíritu vital de la película.

No sé, weás de snob (que no soy... quizás un poco con las de terror, pero la aparición de otro snob la anula).

Hablando de ese paréntesis, ahí es donde para muchos guateo. En mi familia me conocen por eso. Cuando iba al valle mis tías sabían que llevaría un montón de DVD piratas con 3 películas de terror cada una y que al menos un par les gustaría, más que nada porque de gore barato empecé a pasar a terror más psicológico, a veces más "artsy", pero si menos predecible y, para muchos, menos terrorífico. O si hablaba con alguien que también hacíase llamar amante del terror, me preguntaba sobre mi película favorita de terror de todos los tiempos (acotando más y más la película, porque me costaría llegar a concenso) y emanaban decepción en vez de feromonas cuando les nombraba El Exorcista o La Mosca. Son buenísimas, es innegable, pero para los snobs son muy normies. "Qué weá más vanilla que asustarte con El Exorcista", dicen. Pero eso no las hace más malas, que hayan sido éxitos de taquilla y las películas emblema de sus directores no las empeora por la conchetumare Y NO TE DOY OTRA NO MÁS PORQUE la gente ha sido respetuosa con mi opinión. Entonces, no tengo perra idea en que año, me compré un Taschen de cine de terror y en el bien seleccionado listado de películas por categoría vi una que juré de guata haber leído mencionada en más de una parte. La imagen principal era un hombre de madera quemándose, otra foto mostraba a Christopher Lee de brazos abierto y con la chasca al viento y tipos con máscaras de animales en lo que parecía un pueblo inglés. The Wicker Man, decía. "El hombre de mimbre", también, porque estaba traducido en Hispania. Quizás la vi antes... me acuerdo poco.

"La bajé, la vi, la amé", dijo Julio César.... OOOH CTM! ¡La tiré sin querer!

Les explico. El "Veni, vidi, vinci" es obvio, la weá es que Julio César describió a esta figura terrible en su "La Guerra de las Galias". Según JC, los galos tenían un método horrible de sacrificio con ese nombre y constaba de una figura humana construida de madera y mimbre, con una jaula en su torso, donde se metían prisioneros de guerra u otros sacrificios idóneos para quemarlos vivos. El olor a chicharrón y los gritos debieron ser pal pico, pero estamos hablando de los años de bonanza del imperio romano. Eran cosas normales que bajaron la intensidad con los primeros años del cristianismo y subieron a 11 en sus segundos años. No obstante, muchos historiadores y arqueólogos han dicho que eso no es más que la clásica campaña demonizadora del enemigo en tiempos de guerra. Obviamente el pueblo romano, que solo sacrificaba vacas y culeaba con burros de ambos sexos en Pompeya, necesitaba ver a los bárbaros galos como algo peor que ellos. Solo les faltaba comer guaguas y mear en los pies de Júpiter. No obstante, el mito persistió. Pasas que cosan cuando la realidad es fome para nuestras mentes sedientas de drama. De todas formas se agradece su pervivencia, o no habríamos tenido este peliculón.


The Wicker Man, película británica de Robert Hardy, nace como guión inspirado por una novela de David Pinner llamada Ritual. Existe en español, la publicó Alpha Decay con una bellísima presentación y tuve el placer inconcluso de leerla. Digo eso porque sí, me encantó, me gustó, siendo una novela de suspenso con temática pagana no tenía por donde perderme, pero el final, EL FINAL, me decepcionó a cagar. 

Lo primero es que pueden ver la película y leer la novela porque, exceptuando las motivaciones y algunos personajes, es muy diferente una de la otra. Por lo mismo a veces me cuesta decir que es de esos casos en que la película supera al libro. Lo segundo es que la novela, como dije, no es mala, es super atrapante; Pinner, que era actor de profesión, se peinó con esta obra que nació como cuento, siguió como novela y terminó como guión, pero no sé si me perdí de algo, si andaba medio pavo ese día, porque cuando la narrativa concluyó sentí que el nudo más grande nunca se desató. No les spoilearé nada, solo diré que igual el final no es tan esperable, pero deja sin resolver el misterio principal. Si no es así, escríbanme y explíquenme qué me perdí. Igual en un par de años más la releo.

Pero si algo si repito constantemente es la película, geneticamente superior, en mi PC.

La versión cinemática es bellísima de principio a fin. Algo que llama la atención al tiro, y que invoca al post (porque habrán notado en estos 10 años que no subo películas [más que nada por flojera]), es que la música tiene mucha importancia para la atmósfera de la historia. Unas veces es incidental y muchas otras diegética (que suena dentro de la peli, no como una abstracción emocional auditiva), pero siempre es folk. Antes de tirarme con lo musical, un pequeño resumen para los que no la han visto:

La historia parte con un policía de la ciudad, el recién desposado sargento Neil Howie, que llega a una islita entre las Hébridas llamada Summerisle, en respuesta a una denuncia por la desaparición de la pequeña Rowan Morrison. En el pueblo la gente no se muestra muy cooperativa o lo hacen tonto con información contradictoria. Como la investigación se alarga, se hospeda por unos días en el pueblo y presencia lo que él, un cristiano practicante y muy piadoso, considera actos pecaminosos y derechamente paganos. Igual es fuerte salir de noche siendo católico de piedra en el pecho y ver parejas apareándose en el pasto o minas en pelota frotándose con las tumbas en el cementerio. Lo que para el palurdo de a pie es erección y paja oculta, para un cristiano temeroso de Dios es invitación a rezar hasta que salga el sol. A medida que avanza la investigación, conoce a diversos personajes que profesan su paganismo en un culto a la fertilidad, otros que buscar hacerle caer en pecado y otros que le advierten irse de la isla antes del festival de mayo. Howie no se rinde, lo ve como una cruzada contra lo impío y se viene el drama. No contaré el final, obvio, pero creo que cualquier referencia a este es inescapable. Muy visto en fotos, si, pero no es como ver la película. Y como les decía, escuchar la música, que alimenta mucho cada escena e incluso refleja el espíritu de una época. Pero antes un pequeño consejo: una weá importante del cine de terror, una herramienta que veo poco en sus consumidores, es la empatía. Es difícil sentir miedo si no entras en el personaje. Si no sientes en tu carne, si no te pones en la situación, de la "Chica final" de los clichés del cine Slasher o si no entras de lleno al juego de la tensión de los sobrevivientes al ataque del monstruo que puede salir de cualquier esquina, no disfrutarás de verdad ninguna película. Y el tema con The Wicker Man, cosa que también pasa con El Exorcista, es que si no ves la situación desde el prisma cristiano, desde la moral y la tenacidad del creyente, que cree que su mundo es inamovible, que solo existe su verdad y todo lo demás son ilusiones del mal, tampoco verás la verdadera gema de rojo sangre que esconde el cine de terror religioso. O en el terror folk, ese género que tuvo su apogeo hasta hace un año y la pandemia aplacó un poco (dicho sea de paso, esta película es fundamental para ese subgénero). Es necesario ponerse en los zapatos del protagonista, en ese caso, y en esos géneros, donde lo que peligra es tu credo y tu cordura antes que tu integridad, es vital tener aunque sea una chispa de creencia para verla peligrar. Al final del día, si buscan la emoción más allá del jumpscare barato y el asco de las vísceras, apliquen eso. Poco a poco hasta podría trascender a sus vidas.

No sé, digo yo.

Ahora a lo que te truje. La música es puro folk. Folk inglés, ese con harta guitarra, flautas y tambores de mano. Y como les dije, las canciones son importante y relevantes porque, en la suma, todas versan sobre sexo, sensualidad y fertilidad. De hecho, en la parte de atrás del vinilo (que terminé comprando dos veces porque puta que amo la banda sonora [y porque el primero se me rayó al caer sobre la cuerda de la banjotarra]) y referente al Lado A, dice "Canciones de Summerisle. Baladas de seducción, fertilidad y sacrificio ritual". La weá va al grano y no te miente. Temitas tan piolas como "Corn Rigs", la canción que abre el disco y complementa la llegada de Howie a la isla, ya habla sobre tener sexo en los maizales. Y que hablar de "The Landlord's Daughter" y "Gently Johnny", interpretada por la banda misma dentro de la película en el pub "The Green Man". La primera es un montón de piropos sexuales a la hija del tabernero, que iniciaba a los jovencillos del pueblo, con líneas tan poéticas como coshinas, como "Oh, nothing can delight so/ As does the part that lies between/ Her left toe/ And her right toe" (o en gallego "Nada es más placentero/Que la parte entre/Su pie izquierdo/Y el derecho" [traduje toe por pie por ritmo, chúpenlo]). Lo mismo "The Tinker of Rye", toda una metáfora sexual sobre la elasticidad (o la falta de) de las partes nobles femeninas interpretada al piano por Sir Christopher Lee y la bellísima Diane Cilento, con ese acento duro que yo juraba era alemán o nórdico. Pero si hablamos de sensualidad y belleza, más que de sexualidad y fluidos, tenemos la divina "Willow's Song", con una escena cargada de erotismo y tensión que te hace olvidar que estamos en una película de terror. De hecho, si escuchan esta canción o el disco sin ningún contexto, no se diferenciaría de escuchar algo de Pentangle, Fairport Convention o la chorrera de bandas folk británicas de mitad de los 60 a mitad de los 70. Pero si ven primero la peli deténganse en esa escena, de Willow bailando y cantando esa canción. La voz, los violines y la percusión conjugan muy, muuuuuy bien con la escena. Me da rabia no verla en esas listas siúticas de cine arte.

Saliendo de lo sexual y sensual... bueno, saliendo pero en la misma cuadra, hay piezas más típicas como "Maypole", "Fire Leap" y todo el Lado B (que parte desde "Procession") que nacen del folklore inglés medieval. El compositor y compilador Paul Giovanni no las eligió al peo: muchas son canciones relacionadas con los cultos a la fertilidad y a la fiesta de Mayo, dedicada al regreso del verano y agradecimientos y peticiones a la tierra en pos de sus frutos. Por eso "Maypole" la cantan bailando alrededor de un símbolo fálico como es el Tronco de mayo (adaptado en Chilotelandia como el palo ensebado, que se juega en plena transición al equinoccio primaveral). Las piezas de interés histórico se esconden más en los temas instrumentales, como "Procession", que viene de una melodía escocesa llamada Fausse Foodrage (escocesa según las notas al interior del disco), "Chop Chop" (de la escena del desafío de las espadas) vendría siendo la canción infantil "Oranges and Lemons" y la misma "Baa Baa Black Sheep" (estrellita, ¿donde estás? para nosotros, meros mortales sudacas) de "Searching for Rowan", que se supone es coronada por un solo de guitarra que parafrasea a "Hey Johnny Cope", pero no le veo mucho parecido. Eso o tengo sueño, no sé. También hay una canción, la primera que suena cuando abre la película, llamada "The Highland Widow's Lament", llamada "Opening Music" en el tracklist porque razones. Una triste tonada traspasada del escocés al inglés contemporáneo sobre una mujer que muere de hambre. De hecho, aunque está ambientada en las islas cercanas a Escocia, hay más folklore inglés e irlandés que escocés. Weás de ellos.

Ah, y antes que me olvide, la joya de la corona po. "Sumer ist A-Cumen in". Este temazo es de tres partes, comenzando por "Festival", que es la pequeña apertura que estoy seguro debió existir antes pero no cacho la fuente; Mirie It is, una canción de añoranza por el verano que se va del siglo XIII y ya cuando los bronces y las percusiones ganan fuerza, la melodía cadenciosa nos menea y llegan a esa pausa donde un enorme tambor ominoso marca cuatro golpes, entran los coros de "Sumer is icumen in", una ronda del siglo XIII adaptada del inglés medio al nuevo, todos cantando en alegría y espíritu de comunidad,justo en el momento más fuerte de la película. Es bonita la canción, me encanta, una buena canción grupal para celebrar la llegada del verano, pero en el contexto de la película es pa la pichula. Se genera una sensación de desvalidez ante lo irracional que, si hiciste la tarea de meter la empatía y la simpatía a la experiencia, te va a dejar con la cara por el suelo.


Antes de dejarlos con el disco y la quinta o enésima invitación a ver la película si no la han visto, un par de datos curiosos para que sean el alma de la fiesta, cuando los invitados se han ido y no tengan a quien meter a las sillas de mimbre dispuestas como cárcel en el patio:

Al contrario de lo que uno supondría por lo que se ve en la película, la hermosa voz que canta Willow's Song no es de Britt Ekland, la actriz detrás de Willow, sino de una pequeña siniestra llamada Lesley Mackie. ¿Quién es y por qué siniestra? Ella aparece en la película: es la pendeja de la escuela que tiene amarrado a un escarabajo en la mesa de Rowan y le cuenta a Howie, en un tono muy maluli, como el escarabajo caminará en círculos alrededor del clavo en que está atado hasta que termine atrapado por su propio movimiento. Es como una Malicha con voz de ángel. De un ángel que invita a yacer en el tálamo amoroso... como Angewomon o algo así... no sé, no pesquen eso.

La banda Magnet, que interpreta las composiciones y arreglos de Giovanni, existió solo para esta película y, como mencioné por ahí, tiene su aparición en la película tocando sus propios instrumentos.

Esto no es tan anecdótico, pero... o sea, sí, si lo es, pero también mitad aclarativo: esta versión está tomada del tracklist establecido por la edición del 2003. La primera versión publicada fue en 1998, con un orden diferente y muchos extractos de audio de la película, pero una calidad no muy buena, le faltaba "Gently Johnny" y parte de "Willow's Song". Ya con la edición y la lista del 2003, reconstruida en base a la misma del 98 y unas cintas que guardaba Gary Carpenter, director musical asociado de la peli, se mantuvo un canon que es el que sigue publicándose. No obstante, antes de eso, el 2001 el etnomusicólogo David Fanshawe digitalizó y restauró una versión en casete de The Wicker Man y se convirtió en la primera persona en escucharlo en el formato "del futuro". La segunda persona fue Paul Giovanni, un par de semanas antes de sucumbir a los estragos del SIDA.


Y cierro con una recomendación repetida: en estos tiempos de pérdida de identidad, vida acelerada y ecosistema moribundo, el terror folk tiene las de ganar. Muchos deben conocer el género, pero quien no más de una vez habrá recibido esta misma recomendación: The VVitch. Está trilladísima, pero por alguna razón. Muchos la encuentran soporífera, lenta, rara, nada aterradora, pero si están en esa vereda entonces apliquen un poco de lo que expliqué sobre la empatía e inmersión en el terror. Tanto The VVitch como las que la precedieron y sucedieron requieren un ritmo adecuado a una vida apaciguada, más tranquila que el mundo de mierda en que vivimos y por ende que inspira mayor serenidad, donde no esperarías que lo que le contabas a los cabros chicos para que se callen de verdad esté ahí afuera, esperando destruirte. Es también ese miedo a lo que no conocimos, al mundo que quedó atrás y ahora no es más que esqueletos y árboles secos, a esas religiones que nos parecen aún más irracionales que de costumbre, donde la muerte no es un final y muchas veces un ritual. Uno, un simple payaso de ciudad que se las da de vivo en grupo, asediado por gente cuyas costumbres se nos escapan. La imprevisibilidad va en aumento a medida que más nos adentramos en esos mundos, las sombras viven y nos acercamos a un abismo resbaloso donde no tenemos asidero. Midsommar, Los niños del maíz, La noche del demonio de Jacques Tourner (un clásico y favorito personal) y la antología The Field Guide of Evil son un puñado de ejemplos del género. Hay de eso y más, ahí elijan.

Ah, pero primero la musiquilla. Y aprovechen la carga erótica lírica, en serio, es pulentoso

Piensen en mí cuando hayan tenido el mejor sexo de sus vidas


jueves, 14 de octubre de 2021

Orange Tulip Conspiracy - homónimo (2008)

 Mira tú que están de cuea. Si son Vivaldis, vieron mi post de despedida del 2019 (AVE ATQUE VALE, muy triste) y habrán leído la lista de recomendaciones que dejé. Pirers me la pidió como playlist de Spotify, pero me excusé diciendo que soy malo pa las playlists cuando en verdad me dio paja. Tengo playlist hasta para hacer ejercicios y ya ni hago. Sorry viejo. La cosa es que en esta lista tiré una montonera de bandas de diversos estilos y también uno que otro disco, sin importar la banda detrás. Una de estas tiene relación con un favorito de la casa cuya discografía nunca terminé de subir completa (tranquis, se viene... aunque ya deben tenerlas desde hace 10 años, cuando empecé [diez años, weón, como pasa el tiempo con la pandemia culia...]): estoy hablando de los mutantes virtuosos de Estradasphere. O sea, si, hablo de ellos como la banda, pero en verdad el disco que traigo fue un lanzamiento único de una banda derivada de Estradasphere, dirigida por Jason Schimmel (Estradasphere y Secret Chiefs 3) con los varios otros músicos, pero un enfoque diferente. Este proyecto se llamó Orange Tulip Conspiracy y nos cegó en un destello áureo con un solo disco. ¿Cuantas veces he dicho que fue un album único? Tengo que empezar a revisar lo que escribo.


 

Orange Tulip Conspiracy es netamente instrumental. Ahí está la diferencia primordial con Estradasphere. Mientras que la superbanda buscaba una fusión monstruosa de estilos en cada tema, aplicándolo en cada instrumento, sumando la voz, OTC aspira a crear la banda sonora de una película invisible. No es algo que no se haya hecho antes: ya lo vimos con los mismos SC3, posteados aquí también, en su saludo a Goblin titulado Le Mani Destre Recise Degli Ultimi Uomini. Pero mientras SC3 mantenía una coherencia estilística acorde al giallo inexistente al que le hacía la música, OTC pega, suelda y crea esculturas sonoras con distintos ambientes en lo que busca ser una película sin un guión aparente. Por otra parte, OTC es practicamente una orquesta: 21 músicos de los buenos, la creme de la creme de la escena jazzística progresiva, amigos de Estradasphere, unidos por el lulz. De hecho, cada cierto tiempo los cabros de Estradasphere se reunen y sacan algún proyecto nuevo. Más o menos por el 2012, quizás un poco después, se cambiaron el nombre y se llamaron Atomic Ape, después Red Fiction. Por su parte, Tim Smolens, también de los Estradas, tiene High Castle Teleorkestra con Timba Harris y Bär McKinnon (sip, el mismo que tocaba el sax en Mr. Bungle). No, si hablamos de proyectos estos cabros tienen siempre como entretenerse. Y digo entretención, porque en verdad dudo que ganen las carretilladas de plata que sacaría Patton con sus bandas. Y ustedes cachan que no lo digo como poniéndolo en contraposición envidiosa: acá se ama a Patton. Acá se IMITABA a Patton hasta la horrible faringitis del 2011 chupaloentonces.

Retomando a la Conspiración del Tulipán Naranja... ¿qué se espera encontrar adentro? Pues ya la pequeña pista visible desde el espacio de la presencia de los Estradasphere (¿cuántas veces he dicho Estradasphere? Insistiré con mi revisión, pero no me pescaré) lo dice todo. Puta, mínimo tres géneros musicales por tema. El álbum abre con The Bourbon Theater, una pieza de jazz medio bebop, muy a la Django Reinhart, con su buena dotación de vientos y guitarra, digna de abrir una película de los años 20, muy ágil y entretenida. Cada instrumento tiene su parte, recordándonos que estamos escuchando más una orquesta que una banda convencional de rock o algún símil.

Hay piezas perfectas y hermosas. No digo que la apertura no lo sea, pero weón, Rendezvous... tienen que escucharla. Este mismo tema ya había sido lanzado en el EP de Estradasphere The Pegasus Vault, pero como NO LO HE SUBIDO aquí  lo tienen. Es una composición cargada de misterio y un dejo de nostalgia de cine negro. Las cuerdas crean un áurea oscura, que el saxofón nutre con sensualidad y melancolía, pero de pronto, a medida que las percusiones se enrevesan, llega el toque de marimba, el ritmo se aclara y un aire medio balcánico da cuerpo a la historia sonora, entonces BAM, la bataca ataca y las cuerdas generan suspenso, pero la guitarra jazzera nos trae a tierra y, puta, no seguiría describiéndolo porque las palabras no le hacen justicia. Si me lo venden diciéndome que es una película sonora y lo escucho completo sí, percibiría más un toque de collage que una cohesión, pero Rendezvous por si sola ya es una historia. Lo mismo la grandilocuente y orquestal The Dinasty, la pesada Nembutals y, la oriental y mística Fall Creek. Son todas un collage de escenas, como una película de antología. Y cada una engaña, empieza de una manera y continua diferente, tiene vida propia, un principio, un cuerpo mutante y un final engañoso. Pero si hablamos de "espera, ¿estoy escuchando el mismo tema o pasaron 3 en 50 segundos?" sería imposible no mencionar la bellísima Golden Days of the Sun. Abre jazz, continua un funk ácido preciosísimo, con un saxofón reverberante, una guitarra metiendo un groove y otra dialogando en aparente soledad con ese saxofón, hasta que viene un cambio de tiempo, de ritmo y de pronto todo cambia alrededor y la guitarra riffea, la batería vuela y el piano a la temas funketes de Taxi Driver deviene en un órgano psicodélico. Las escenas son más difusas, pero el tema sigue ganando cuerpo, crece y muta y pareciera que nunca va a terminar. Debe ser uno de los instrumentales de cuatro minutos más variopintos que he escuchado en, no sé, harto. Y que llevo más de 10 años escuchándolo y la emoción nunca se me va.

Ya, me devolví corriendo para agregar esta parte: mentí. Digo, mentí porque no es 100% instrumental. 99,1% quizás. La última canción, bautizada como Untitled en el disco (me imagino que en el CD será algún bonus track oculto, o simplemente el final si es que lo dejas corriendo un minuto pasado el silencio de Ignis Fatuus) y conocida en vivo como Lasting Impressions, es una balada en clave de honky tonk lento, como la música estereotípica del vaquero que anda a paso de tortuga en su caballo a todo sol, narrada y cantada por un visitante a un bar. Siempre he querido saber la letra de la canción, pero solo he descifrado parte de esta. Ser traductor no te hace un descifrador de letras por defecto. Sería como pedirle a un traductor gringo a español que te diga que mierda canta Alejandro Sanz. Al menos el gringo Schimmel modula.

En todo caso ignoren lo que describí. Sean ustedes los directores de la película. Conviértanla en un solo género (se nota en todo caso la influencia noir, medio Casablanca, medio Halcón Maltés, pero harto Bogart, no sé por qué) o vean que le sacan. Al fin y al cabo, en el mundo sensorial cada uno crea su mundo. Weá de ustedes.

Ah, pero escúchenlo. No lo pongan de fondo, escúchenlo. Y no me alargo más porque no sé qué.