lunes, 31 de octubre de 2011
Akira Yamaoka- Silent Hill Original Soundtrack (1999)
Sin mentir ni con miedo a equivocarme, diría que los mejores survival horror que he jugado en toda mi mierda de vida fueron, son y serán los de Silent Hill. Recuerdo esos viejos días del 2001/2002 en que aplastaba mi culo sentado frente al pc (nunca tuve play asi que lo jugaba con emulador) desde las... 5 de la tarde, me parece, hasta las 1 de la madrugada, teniendo clases al otro día o no. Seeeh, fueron buenos tiempos, condimentados por el hecho de que entonces vivía en una casona antigua dentro de una estación de trenes tanto o más vieja, así que el miedo no solo salía de la pantalla, sino que de lo que ahí sentía. No es que me penaran ni nada (podría decirse que si, pero el escepticismo me dice que no), pero la "vibra" del lugar era tan lúgubre como la de la ciudad de Silent Hill; eso y otras cosas menos... "paranormales" y más mamonas que pasaban mientras jugaba dejaron a SH en un lugar muy especial de mi cuore y mi glándula de miedo. Por esos años también jugaba el Resident Evil 3 (que para algunos pertenece a la mejor saga de survival horror), pero ni mi miedo a Nemesis ni la atracción por Jill Valentine pudieron sacarme de la adicción que tenía a asustarme con los ruidos en los baños de la Escuela Midwich, los cambios de un mundo al otro, los rompers atacándome cerca del motel Bates con esa música que de seguro me haría cagarme en los pantalones si sonara de la nada en un pueblo abandonado. De hecho, justo por la música fue que lo encontré superior a todo lo que se había hecho hasta entonces en los videojuegos de terror. Eso y el pedazo de escenario detallista que crearon, si hasta para esconder las obvias deficiencias gráficas del PS en temas de distancias usaron la neblina en que está cubierto el pueblo y la oscuridad impenetrable del Otro mundo. Por otra parte, la dificultad también te mantenía pegado a la pantalla, porque ¿quién no pasó horas tratando de descifrar la clave del piano y el poema de las aves o las placas de Alicia en el país de las maravillas sin leer un walkthrough? ¿O quien no revisó mil veces su inventario viendo donde cresta usar el sello de Metatrón? Tenía sus cosas también el juego, no era tan intuitivo como la saga de RE o cualquier otro survival.
En fin, lo que se supone es la razón del post es su banda sonora, una mezcolanza sonora de música industrial, italiana, noise y hasta un tango (los que dieron vuelta el juego lo notaron, los que no escuchen Esperándote... ¡en delicioso español!) compuesta por el músico japonés Akira Yamaoka, quien desde entonces sería la mente tras las potentes bandas sonoras del resto de la saga... ¿pero que estoy diciendo? No es ni tan potente el resto; muchas de las composiciones siguientes suenan muy rock pop alternativo y poco atmosféricas, ya no mantienen ese delicado equilibrio entre lo bello y lo aterrador que fascinaba a los maestros de finales del romanticismo. No más sonidos de metales retumbando en enormes espacios cerrados ni vientos sintetizados. Un punto más para aseverar que el primer Silent Hill fue el mejor de todos; mucho más cuando Shattered Memories (o Shitted Memories como prefiero llamarlo) demostró que los remakes de este siglo son una mierda y deberían dejar intacto a los clásicos, o mejor aún renovarlos en nivel gráfico pero dejar la trama tal cual es. Lo siento Konami, pero no todos tienen el poder John Carpenteresco de tomar un clásico, rehacerlo y mejorarlo (citando a La Cosa [The Thing], por supuesto)... lo que también va para los que siguen haciendo precuelas que podrán no ser innecesarias pero no mejoran mucho lo que ya hay. Palaaaaabra.
Have you seen a Silent Hill album? It could be fucked by the SOPA and the DMCA anytime. Compressed, mp3, direct download. I wanna download it.
PD: Post terminado en diciembre :s
Etiquetas:
Akira Yamaoka,
horror music?,
Industrial,
Silent Hill,
Soundtrack
Gente Genial en un Mundo Mediocre: Stephen Schap
Hoy es 31 de octubre, día que los globalizadores del hemisferio norte nos impusieron como aquel en que el velo que divide el reino de los vivos con el de los muertos se corre para dejar entrever escenas y seres del otro lado. Suena romántico desde el punto de vista de ellos o de los celtas, que estarían en pleno otoño-invierno a estas alturas, con árboles secos cuyas ramas rasguñan el cielo frío como queriendo escapar de una tumba de hielo, pero no es así para los que vivimos una horrible primavera veraniega. Aún así la necesidad de sentir miedo nos permite adoptar esa tradición como nuestra, así como para darle un poquito más de sabor a esta realidad tan mierda.
Entonces aaargh, marinos, dejaré de lado mis documentales por unos minutos, quizá una hora, para retomar esta sección en un especial jaloguinesco. Esta historia se remonta a los locos 90, una década bien recordada en este blog y que muchos protoadultos añoramos, aún cuando no se mantuvo ajena al terror que acechaba por todas partes, ya sea en forma de un lejano conflicto nuclear, dictadores designados como senadores vitalicios, leyendas urbanas y cadenas. Claro, las dos últimas siempre han estado, pero lo cuático del asunto es ser parte de esas leyendas, como esa que decía que en la salida de varios colegios vendían tatuajes cubiertos con LSD (entonces no tenía puta idea de que era el ácido lisérgico, pero la mala calidad de las fotocopias que entregaban flacos paranoicos en la calle ya me asustaba), o aquella que oí a los 10 años y hablaba sobre una niña que iba de la mano con su mamá y un tipo en un auto negro raptó a la niña de un tirón, dejando a la mujer llorando en el suelo y a los pacos confundidos. Creo que pasaron varias semanas hasta que me atreviera a salir más allá de mi pasaje.
Dentro de esto de las leyendas urbanas recuerdo haber leído, allá por mis tiempos mozos de lector de cualquier wea paranormal que se me cruzara, la historia de un marido celoso que llevó la cabeza decapitada de su amigo al parto de su señora, que lo cagaba con éste. A la vez esta historia me recuerda a un capítulo de Cuentos de la Cripta en que un sujeto mató a su mejor amigo pensando que lo cagaba con su mujer, pero en el momento cúlmine, justo cuando termina de matar a su esposa en venganza, sabe que todas los cuchicheos y juntas secretas de su amigo y su esposa eran para darle una sorpresa: que sería papá. Fue un capítulo chistoso que nunca olvide y siempre recuerdo cuando necesito reirme o sentirme feliz por alguien. En fin, resulta que esa leyenda urbana nunca fue leyenda, era una historia tan real como mi acidez alcanzándome el esófago, y comenzó en la fecha que mencioné: los 90.
En un puesto militar de la ciudad alemana de Fulda vivía Stephen Schap, soldado gringo, junto a su esposa Diane Schap. La vida no les era fácil debido a la lejanía que tenían de sus contactos civiles, sumado al aburrimiento o simplificación de sus vidas post-caída del comunismo y reunificación alemana. Aún cuando Stephen no lo notaba, su relación se deterioraba poco a poco, pasando de una simple falta de "como estuvo tu día de mierda" a un completo silencio y quietud en el lecho marital. Al llegar a estos extremos, Diane le pidió el divorcio a su marido varias veces, pero Stephen nunca cedió y caía cada vez que él salía con un "volvamos a intentarlo, ¡lo nuestro nunca morirá!", aún cuando sabía que a los pocos días volverían a las mismas. Durante ese período de tensión Diane se hizo muy amiga de un compañero de armas, camarada, colega y yunta de Stephen, Gregory Glover, de quien Stephen nunca sospecho, bien porque no le importaba un pico su relación o porque confiaba en su mejor amigo. Con el tiempo Diane se embarazó y Steve lo tomó como una señal para rearmar su relación rota, pero tanto apodo de "cornuo", "venado", todas esas veces en que los encontraba juntos al llegar a su casa y algo que leyó en el diario de su mujer (en el que declaraba tener una relación con Glover) le hicieron sospechar por primera vez. Haciendo de entrañas un par de pelotas le preguntó directamente a su esposa si se había acostado alguna vez con su amigo, pero ella se lo negó por completo y el se lo tragó feliz. Feliz por lo menos en su fachada, porque al otro día se dirigió al capellán de la base para que mandaran cagando a Diane a Estados Unidos y acordaron el divorcio.
Algunos pocos días después, estando ella aún en Alemania, Diane tuvo complicaciones en su embarazo y debió ser hospitalizada de emergencia. Fue ahí, en esa cama de hospital bañada por olores de alcohol y anestésicos, que decidió llamar por teléfono al pobre Steve para contarle la verdad sobre su "hijo": Él no era el padre, sino su amigo Gregory Glover. Otra vez Steve pareció tomarse bien el asunto, pero como quien se traga una pastilla de zinc sin agua y se muestra estoico, Schap tragaba su aflicción bajo una fachada de dureza, mal que mal ya sospechaba (o sabía) lo que se venía de antemano. Llegó agitado al hospital para hablar directamente con su ex mujer y saber con quien cresta le ponía los cuernos; al relajarse recibió el nombre que supongo ya todos sabremos y salió molesto del edificio con la excusa de ir a empacar. Ya en la base, se encontró con Glover hablando por teléfono. Al otro lado de la línea Diane hablaba con su amante hasta que, de improviso, la conversación se interrumpió al proferirle Glover unas puteadas a un enemigo invisible para, segundos después, acabar sus insultos de golpe. Lo último que sonó fue el tono de marcado entrando muerto por sus oídos. En la base una silueta perseguía a paso lento a otra que se arrastraba sangrante luego de caer apuñalado.
Media hora había pasado desde que la voz de su amante no se escuchó más por el teléfono cuando Diane sintió pasos pesados en el pasillo, parecidos a los de su ex marido entrando furioso horas antes para preguntarle por la identidad de su amante. En su mente confluyeron pensamientos horribles, ideas odiosas, pero ninguna tan terrible como la visión que se desenvolvía al entrar Steve en el cuarto de Diane, con la ropa manchada de sangre y una mirada que harían pensar que acababa de escapar de alguna celda del infierno. De pie en la puerta, Schap cargaba un bolso de gimnasia sobre su hombro, un bolso a todas luces ocupado por algo que goteaba linfa carmesí sobre su vestimenta. Acercandose a su cama hundió las manos en el bolso y sacó el bulto que contenía, profiriendo las líneas que nunca se borraron de su memoria: "¡Mira Diane, ya llegó Glover! Ahora dormirá contigo todas las noches, sólo que tu no volverás a dormir porque esto es todo lo que verás". Entre sus manos, magullada por las cuchilladas y teñida de rojo, tenía la cabeza cercenada de Gregory Glover, su antiguo amigo y amante de su ex mujer, que frotaba contra el rostro de Diane. Los gritos llamaron la atención de los médicos que entraron y vieron a Stephen recostado entre las piernas de Diane, mientras la cabeza de Gregory los miraba desde el velador.
________________
Hoy Stephen Schap cumple cadena perpetua por el homicidio de Gregory Glover, cometido en un arranque de celos aquella noche de 1993.
Fin
Canción para el momento: Ex lover's lover de Voltaire le queda muy bien al caso, además me gusta y me llega al cuore.
Entonces aaargh, marinos, dejaré de lado mis documentales por unos minutos, quizá una hora, para retomar esta sección en un especial jaloguinesco. Esta historia se remonta a los locos 90, una década bien recordada en este blog y que muchos protoadultos añoramos, aún cuando no se mantuvo ajena al terror que acechaba por todas partes, ya sea en forma de un lejano conflicto nuclear, dictadores designados como senadores vitalicios, leyendas urbanas y cadenas. Claro, las dos últimas siempre han estado, pero lo cuático del asunto es ser parte de esas leyendas, como esa que decía que en la salida de varios colegios vendían tatuajes cubiertos con LSD (entonces no tenía puta idea de que era el ácido lisérgico, pero la mala calidad de las fotocopias que entregaban flacos paranoicos en la calle ya me asustaba), o aquella que oí a los 10 años y hablaba sobre una niña que iba de la mano con su mamá y un tipo en un auto negro raptó a la niña de un tirón, dejando a la mujer llorando en el suelo y a los pacos confundidos. Creo que pasaron varias semanas hasta que me atreviera a salir más allá de mi pasaje.
Dentro de esto de las leyendas urbanas recuerdo haber leído, allá por mis tiempos mozos de lector de cualquier wea paranormal que se me cruzara, la historia de un marido celoso que llevó la cabeza decapitada de su amigo al parto de su señora, que lo cagaba con éste. A la vez esta historia me recuerda a un capítulo de Cuentos de la Cripta en que un sujeto mató a su mejor amigo pensando que lo cagaba con su mujer, pero en el momento cúlmine, justo cuando termina de matar a su esposa en venganza, sabe que todas los cuchicheos y juntas secretas de su amigo y su esposa eran para darle una sorpresa: que sería papá. Fue un capítulo chistoso que nunca olvide y siempre recuerdo cuando necesito reirme o sentirme feliz por alguien. En fin, resulta que esa leyenda urbana nunca fue leyenda, era una historia tan real como mi acidez alcanzándome el esófago, y comenzó en la fecha que mencioné: los 90.
En un puesto militar de la ciudad alemana de Fulda vivía Stephen Schap, soldado gringo, junto a su esposa Diane Schap. La vida no les era fácil debido a la lejanía que tenían de sus contactos civiles, sumado al aburrimiento o simplificación de sus vidas post-caída del comunismo y reunificación alemana. Aún cuando Stephen no lo notaba, su relación se deterioraba poco a poco, pasando de una simple falta de "como estuvo tu día de mierda" a un completo silencio y quietud en el lecho marital. Al llegar a estos extremos, Diane le pidió el divorcio a su marido varias veces, pero Stephen nunca cedió y caía cada vez que él salía con un "volvamos a intentarlo, ¡lo nuestro nunca morirá!", aún cuando sabía que a los pocos días volverían a las mismas. Durante ese período de tensión Diane se hizo muy amiga de un compañero de armas, camarada, colega y yunta de Stephen, Gregory Glover, de quien Stephen nunca sospecho, bien porque no le importaba un pico su relación o porque confiaba en su mejor amigo. Con el tiempo Diane se embarazó y Steve lo tomó como una señal para rearmar su relación rota, pero tanto apodo de "cornuo", "venado", todas esas veces en que los encontraba juntos al llegar a su casa y algo que leyó en el diario de su mujer (en el que declaraba tener una relación con Glover) le hicieron sospechar por primera vez. Haciendo de entrañas un par de pelotas le preguntó directamente a su esposa si se había acostado alguna vez con su amigo, pero ella se lo negó por completo y el se lo tragó feliz. Feliz por lo menos en su fachada, porque al otro día se dirigió al capellán de la base para que mandaran cagando a Diane a Estados Unidos y acordaron el divorcio.
Algunos pocos días después, estando ella aún en Alemania, Diane tuvo complicaciones en su embarazo y debió ser hospitalizada de emergencia. Fue ahí, en esa cama de hospital bañada por olores de alcohol y anestésicos, que decidió llamar por teléfono al pobre Steve para contarle la verdad sobre su "hijo": Él no era el padre, sino su amigo Gregory Glover. Otra vez Steve pareció tomarse bien el asunto, pero como quien se traga una pastilla de zinc sin agua y se muestra estoico, Schap tragaba su aflicción bajo una fachada de dureza, mal que mal ya sospechaba (o sabía) lo que se venía de antemano. Llegó agitado al hospital para hablar directamente con su ex mujer y saber con quien cresta le ponía los cuernos; al relajarse recibió el nombre que supongo ya todos sabremos y salió molesto del edificio con la excusa de ir a empacar. Ya en la base, se encontró con Glover hablando por teléfono. Al otro lado de la línea Diane hablaba con su amante hasta que, de improviso, la conversación se interrumpió al proferirle Glover unas puteadas a un enemigo invisible para, segundos después, acabar sus insultos de golpe. Lo último que sonó fue el tono de marcado entrando muerto por sus oídos. En la base una silueta perseguía a paso lento a otra que se arrastraba sangrante luego de caer apuñalado.
Media hora había pasado desde que la voz de su amante no se escuchó más por el teléfono cuando Diane sintió pasos pesados en el pasillo, parecidos a los de su ex marido entrando furioso horas antes para preguntarle por la identidad de su amante. En su mente confluyeron pensamientos horribles, ideas odiosas, pero ninguna tan terrible como la visión que se desenvolvía al entrar Steve en el cuarto de Diane, con la ropa manchada de sangre y una mirada que harían pensar que acababa de escapar de alguna celda del infierno. De pie en la puerta, Schap cargaba un bolso de gimnasia sobre su hombro, un bolso a todas luces ocupado por algo que goteaba linfa carmesí sobre su vestimenta. Acercandose a su cama hundió las manos en el bolso y sacó el bulto que contenía, profiriendo las líneas que nunca se borraron de su memoria: "¡Mira Diane, ya llegó Glover! Ahora dormirá contigo todas las noches, sólo que tu no volverás a dormir porque esto es todo lo que verás". Entre sus manos, magullada por las cuchilladas y teñida de rojo, tenía la cabeza cercenada de Gregory Glover, su antiguo amigo y amante de su ex mujer, que frotaba contra el rostro de Diane. Los gritos llamaron la atención de los médicos que entraron y vieron a Stephen recostado entre las piernas de Diane, mientras la cabeza de Gregory los miraba desde el velador.
________________
Hoy Stephen Schap cumple cadena perpetua por el homicidio de Gregory Glover, cometido en un arranque de celos aquella noche de 1993.
Fin
Canción para el momento: Ex lover's lover de Voltaire le queda muy bien al caso, además me gusta y me llega al cuore.
Etiquetas:
blablabla,
Gente genial en un mundo mediocre
domingo, 23 de octubre de 2011
Dorso- El Espanto Surge de la Tumba (1993)
Como ustedes recordarán, en nuestro capítulo anterior de cagando en los yuyos Dorso había cambiado de alineación por los choques que ocurrían debido al tono progresivo que tuvo su última producción, por lo que Pera rehizo su imágen y sonido acorde a los nuevos aires que tomaba el metal: así fue como nació EL ESPANTO SURGE DE LA TUMBA. Tomado quizá de una antigua película gore del director español Carlos Aured, su título resume muy bien lo que hay dentro, todo un horrorfest de tripas, sangre, zombies y monstruos bizarros inspirados en las cientos de películas B de gore de las que el Pera era (y es) fanático. No por nada unos dos años después, junto a Juan Andrés Salfate y ese weón fome del Rumpy hicieron Maldita Sea, un programa de Rock and Pop dedicado al cine mentor, B, chanta y a gore, que volvió años después de la muerte del canal a La Red como El Rincón Maldito y a UCV como mi muy querido y recordado Planeta Freak.
Las letras, además de cambiar del terror gótico del Romance al gore de los clásicos oscuros del cine, adoptaron el toque que les siguió hasta hace poco, con chilenismos, chuchadas, humor negro y spanglish, mucho spanglish; pero no solo eso, también tomaron el grindcore y el thrash que daba aún daba vueltas y lo empezaron a mezclar con otros sonidos. Obviamente no es tan notorio como en Estradasphere, por dar un ejemplo, pero hay canciones en las que es obvio que no es posible quedarse quieto en un solo estilo, como en La Mansión del Doctor Mortis, un clásico de aquellos tomado de otro clásico del radioteatro, donde suenan punteos del rock clásico y los rockabilly de Extraterrestre-Gore-Caníbal-Invasión. Claro, Pera no tendrá una voz muy brutal para calificar esto de grindcore y la batería y la guitarra tampoco suenan tan disonantes, pero tomemos el trabajo como un todo hecho de partes de esto y aquello y después diseccionémoslo, entonces ahí se nota. A lo más Jazz-Pop-Clásico y Zombies from Mapocho se alejaran de ese esquema, pero no por eso son malas, de hecho son muy buenas, sobre todo Zombies from Mapocho, una cueca con una historia sobre zombies de caca invadiendo Santiago, aunque Jazz-Pop-Clásico no se queda atrás en lo bizarro con su relato en mexicano tipo Chavo del 8 sobre alguien intentado armar un chivo con partes de animales para adorarlo o algo así.
Como decía, lo que apareció desde este disco en adelante son las letras con humor negro, mezclado con terror visceral y alguna que otra referencia a películas o libros, sobre todo a Lovecraft, como en Silvestre Holocaust... lo que a la vez me recuerda que este disco usa harto sample, como el "feliz feliz, alegre alegre" de esos cocodrilos con cara de Stimpy de Ren y Stimpy. Los otros samples todavía no los ubico, pero me arriesgaría a decir que el de Vampire of the Night puede ser de "The Satanic Rites of Dracula", aunque todavía no la he visto así que mejor me callo, y el de Zombies From Mapocho es la ultramentor "Zombies 90': Extreme Pestilence", una película independiente alemana en la que la wea que la lleva es el doblaje gringo, con voces que no encajan para nada.
En fin, para esta fecha Dorso ya era la máquina de metal gore y humorístico que ha sido por años y, aunque a mi profe no le guste el humor en la música, no hay nada mejor que un poco de risa en tu cóctel metálico. No todo es seriedad y úlceras, dammit! Ahora, si quieren probar un poco antes de bajar les dejo la suma de los elementos que hicieron legendarios a Dorso en una sola canción:
Y si le gustó bien, si no no baje niuna wea.
viernes, 21 de octubre de 2011
Dorso- Romance (1990)
Ó-ra-le. Que manera de tener botado esto... es que con esto de tomar clases de conducción y "estudiar" para la PSU, junto la poca voluntad que me acompaña desde mitad de año se olvida la responsabilidad de darle comida al blog. Dah, retomemos el punto en que nos quedamos, pero antes... ¡mataron a Gadaffi! (al menos eso dicen los videos y los testimonios, pero no faltan los paranoicos crónicos [porque puta weón, yo tenía un leve caso de paranoia pero esto es mucho] que dicen que no ha muerto, así que habría que imaginarse que estará jugando a las cartas con Hitler, Paul Schäfer y Osama si nunca murió), lo que me enseñó una valiosa lección: Nunca prestarle plata a un dictador para que invierta en equipos italianos.
En resumen, Dorso ya había dado un salto a la escena musical chilena de los ochenta con Bajo una luna cámbrica, mostrando que el metal no se estancaría en Chile. Ahora eran los 90 y se necesitaba material nuevo, no solo en términos de banda por cuestiones de contrato ni nada, sino en lo musical; fue entonces cuando nació Romance. Para los que pensaron el disco anterior era lo bastante progresivo (cosa que no es tan así) este les voló la cabeza, porque es metal progresivo de principio a fin, con concepto enmarcado en las temáticas de terror clásicas de la banda y un sonido limítrofe entre Genesis y alguna de esas bandas de metal progresivo que no escucho porque no me tincan. El concepto esta vez sería más gótico, muy en la volada romanticista (¿será que por eso se llama así el disco? ¬¬), con una historia de amor, traición y homicidios que trasciende la línea entre el mundo físico y el fantasmal. Según una página que ya no existe y un resumen que había en wikipedia y algun genio borró, la historia trata sobre Reytec, un señor medieval que se enamora del fantasma de una mujer que habita en su mansión. El problema para él (cualquiera que se haya enamorado de una aparición incorpórea entenderá) era que al ser de mundos diferentes era difícil que pasara algo, lo que le llevó a hacer un pacto con la Madre de las Tinieblas, bruja putrefacta con la que establece un pacto que le permite pasar al mundo de los muertos a cambio de sacrificios (o a cambio de que los espectros tomen almas de su gente, no recuerdo) para unirse con su amada, hasta que llega un punto en que la Mater de tinieblas, como también es conocida, traiciona a Reytec quien, junto a su amada, junta fuerzas para combatir y vencer a sus hordas oscuras. El resto de las canciones (Ave Dorsal [clásico de sus tocatas unplugged], Romance 2 y El Hárem) son historias aparte, como si fuera una película de presentaciones múltiples, pero a la vez ofrecen una muestra de la capacidad improvisacional de la banda, sobre todo Romance 2. El Hárem, en cambio, nos deja claro que los ritmos étnicos extranjeros no quedan ajenos a su mezcla de estilos, oh no no. Incluso en una parte del tema Romance se escucha un interludio cuequero entre todo ese progresivo sonando.
En cuanto a historia relevante a la banda este disco marco un punto de duda, en el que algunos miembros (Topelberg y Eltit) no estaban muy conformes con el giro que dio el sonido, pero Pera no quería dejar la banda ahí y se juntó con dos de los miembros más recientes, Marcelo Naves (batería) y Alvaro Soms (guitarra), lo que daba el inicio de una nueva era para Dorso, una que vendrá en nuestro SIGUIENTE POST!
1990- Romance
En resumen, Dorso ya había dado un salto a la escena musical chilena de los ochenta con Bajo una luna cámbrica, mostrando que el metal no se estancaría en Chile. Ahora eran los 90 y se necesitaba material nuevo, no solo en términos de banda por cuestiones de contrato ni nada, sino en lo musical; fue entonces cuando nació Romance. Para los que pensaron el disco anterior era lo bastante progresivo (cosa que no es tan así) este les voló la cabeza, porque es metal progresivo de principio a fin, con concepto enmarcado en las temáticas de terror clásicas de la banda y un sonido limítrofe entre Genesis y alguna de esas bandas de metal progresivo que no escucho porque no me tincan. El concepto esta vez sería más gótico, muy en la volada romanticista (¿será que por eso se llama así el disco? ¬¬), con una historia de amor, traición y homicidios que trasciende la línea entre el mundo físico y el fantasmal. Según una página que ya no existe y un resumen que había en wikipedia y algun genio borró, la historia trata sobre Reytec, un señor medieval que se enamora del fantasma de una mujer que habita en su mansión. El problema para él (cualquiera que se haya enamorado de una aparición incorpórea entenderá) era que al ser de mundos diferentes era difícil que pasara algo, lo que le llevó a hacer un pacto con la Madre de las Tinieblas, bruja putrefacta con la que establece un pacto que le permite pasar al mundo de los muertos a cambio de sacrificios (o a cambio de que los espectros tomen almas de su gente, no recuerdo) para unirse con su amada, hasta que llega un punto en que la Mater de tinieblas, como también es conocida, traiciona a Reytec quien, junto a su amada, junta fuerzas para combatir y vencer a sus hordas oscuras. El resto de las canciones (Ave Dorsal [clásico de sus tocatas unplugged], Romance 2 y El Hárem) son historias aparte, como si fuera una película de presentaciones múltiples, pero a la vez ofrecen una muestra de la capacidad improvisacional de la banda, sobre todo Romance 2. El Hárem, en cambio, nos deja claro que los ritmos étnicos extranjeros no quedan ajenos a su mezcla de estilos, oh no no. Incluso en una parte del tema Romance se escucha un interludio cuequero entre todo ese progresivo sonando.
En cuanto a historia relevante a la banda este disco marco un punto de duda, en el que algunos miembros (Topelberg y Eltit) no estaban muy conformes con el giro que dio el sonido, pero Pera no quería dejar la banda ahí y se juntó con dos de los miembros más recientes, Marcelo Naves (batería) y Alvaro Soms (guitarra), lo que daba el inicio de una nueva era para Dorso, una que vendrá en nuestro SIGUIENTE POST!
1990- Romance
Suscribirse a:
Entradas (Atom)