lunes, 23 de noviembre de 2015
lel noticias
No sé que tan cierto será... bueno, bien cierto debe ser si salió en una página de Nickelodeon (puta, le sigo llamando así, sé que es Nick), pero la presión del grupo Hey Arnold! Save The Jungle Movie dio frutos y todos esperamos impacientes el período de cosecha. Nick confirmó que Craig Bartlett está trabajando en el guión de la esperada película de la selva, que continuaría con la búsqueda de los padres de Arnold luego que el abuelo Phil le contara la historia real de como fue que ellos desaparecieron. Al parecer la inspiración le llegó leyendo fanfics y viendo el arte conceptual de fanáticos que no podían seguir esperando otros diez años para que Bartlett llegara a un arreglo con la fría e inhumana corporación Nick y dejara de mantenernos en vilo con el relato de dos exploradores perdidos en alguna selva sudamericana. Menos mal que nunca vieron mi fanart del Chico del pórtico pastero ni de Sid, Stinky y Harold como drugos de La Naranja Mecánica. Como todo fanático de toda una vida de la serie no quiero ser mal agorero, pero después de la (hasta el momento) única película no puedo evitar pensar en estereotipos sudacas interpretando a los villanos, aunque en realidad me da igual, solo quiero ver por última vez un capítulo nuevo extra-largo de Arnold, no importa que sea ahora a los 27 o a los 30, ver a los cabros más grandes y satisfacer a mi lado fanboy shippero sabiendo que será de las parejas Arnold-Helga, Harold-Patty (mi favorita, el capítulo "Oye Harold" es la wea más bacán de la vida) y que Curly nunca gane a Rhonda porque siento que él es mi proyección animada en la serie. Que emocionante weón, nunca pensé que se confirmaría algo así, si hasta me metí al grupo hace unos años con la idea metida en la cabeza de que, si volvía la película, sería algo muy independiente y que Nick nunca se mojaría el poto retomando a su hijo pródigo. Tanto drama tragado en ese grupo, tantos administradores psicóticos, gente rara, fanarts malos y brazos bajados pero se pudo. Una oleada de recuerdos me inunda... doritos 3D, Zoolo TV, despertar de una siesta en la tarde con dolor de cabeza después de llegar del colegio y ver el capítulo del señor Green candidato... muchos recuerdos muy lúcidos para ser de hace más de una década. No puedo seguir, es "güei tu mach". Acá la noticia si no la vieron.
En otras noticias El-Creepo!, el hijo "romántico" de Todd Smith, acaba de lanzar un tema nuevo para adelantarnos lo que será su nuevo disco, que llevará por título "Bellisimo!". "When the Devil Creeps in" tiene algo de encanto de big band de los años 30 pero sin los instrumentos propios del estilo, más que nada identificables por el ritmo y la melodía. No sé, weá mía, oíganla a ver a que les suena.
Ahora una noticia atrasada pero que necesito mencionar igual por razones de amor propio. ¿Recuerdan el post de Sabbath Assembly y como ya veía que la banda tomaría un camino mucho más pesado en cuanto a sonido y a la vez más inclinado a Satanás aún cuando The Process le da igual importancia a cuatro entidades divinas? Pues pasó y sacaron tres videos para dejárnoslo bien claro. De hecho en Apparition of the Revolution", segundo video de una trilogía con una supuesta historia que las conectaba, la banda proclamó: "La promesa de los cultos es superficial. La grandeza personal, la elevación personal y la recompensa celestial terminan siendo nada más que ilusiones. La "revolución" prometida nunca llega, mas en la celebraciones de los cultos la aparición de la revolución se ve amenazante, inmensa, fantasmal e inmanente. Este video y canción tratan sobre el reconocimiento de tal fantasma, contemplando a la aparición en toda su niebla. Es acerca de la destrucción y quema de los símbolos del culto y el polvo en el que se convierten. Adiós "Process Church of the Final Judgment". Que así sea." [Traducción rápida de vuestro servidor]. No sé si aposté al caballo equivocado tirándole flores a Dave Nuss por ser un verdadero creyente en un culto herético muerto o simplemente vieron que algunos fanáticos podrían malinterpretar el mensaje y volverse al satanismo, luciferismo o cualquiera de las iglesias que parecieran cercanas a la Iglesia del Proceso, pero no sé. Nunca lo sabré y, aunque la música haya perdido el encanto de canto de comunión, seguiré reconociendo en Nuss un buen baterísta, pero menos íntegro como persona. Que no salga con que se volvió evangélico nomás o derechamente satanista. En fin, estos son los videos. Gócenlos u ódienlos, pero no digan que no les advertí hace tiempo:
Eso es todo por hoy, ahora pasemos al tiempo con... dah, corten transmisiones, mañana entro temprano a trabajar y hay una película por ver aún antes de dormir.
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viernes, 20 de noviembre de 2015
Snog- Buy me... I'll Change your Life (1997)
Han pasado ¿cuanto? casi o un poco más de una semana desde lo de París y aún no siento desvanecerse el mal ánimo que me dejó toda la gente en facebook, twitter y la vida real. De hecho, hace unos días hice una mierda rápida de dizque comic alusivo a tanto comentario rondando por las redes sociales, con escaneo menos que pasable y mala tipografía. Esperaba que algún contacto de armadura blanca, defensor de los débiles y las víctimas inocentes me insultara, pero supongo que les tocó y lo tomaron bien. Eso o no lo pescaron. Yo tampoco lo habría hecho, quizá le he dado mucha importancia al tema:
El asunto es que al día después de los atentados de París, que para mí se veían como una ofensiva del Tet versión Francia mientras un amigo me lo relataba en la pega y mi sentido arácnido pintaba el paisaje de una guerra próxima, todos se acordaban de los muertos en los países de la orbe islámica. Irónicamente nadie recordó a los muertos en África que mueren a manos de Boko Haram u otros grupos separatistas islámicos, independentistas armados o guerrillas pro-[inserte país extranjero al cual pertenecieron en el pasado] en los lugares más ignorados de Europa. Todo de pronto era Siria y Palestina. Pero tal como quise remarcar estos días, y gracias a todos que ya está más que repetido, no hay muertes más importantes que otras. Todo lo que pasa es un horror y un asco independiente del bando porque la muerte de civiles, sea en el país más rico de cualquier continente, acá en Chile o en la franja de tierra mantenida a punta de fusil más pobre de la tierra, no es justificable. Es igual de grave la muerte de quien saltó del WTC, del niño asesinado por soldados israelíes, de la mujer judía asesinada por yihadistas, de la niña violada por querer ir a estudiar en un colegio africano, del peatón que muere en un tiroteo de bandas en alguna población de Santiago, del inmigrante sirio que muere ahogado en medio del mediterráneo, de la familia que denunció a sus vecinos narcos en algún pueblo de México y amaneció decapitada... todos ellos nacieron de la misma manera que todos nosotros y, aunque sus vidas se desarrollaron de maneras diferentes, terminan (y terminamos) volviendo a la misma composta eterna que alimenta al sustento para las vidas que nos sucederán; todo para seguir repitiendo el mismo ejercicio de violencia ad nauseam. Todos murieron bajo la violencia, no importa cual sea la manifestación de esta, y merecen ser llorados, olvidados, recordados o sus muertes hasta celebradas según gusten. Es de mal gusto, pero es válido y nadie en este país puede negarlo, desde los que se ríen del suicidio de Allende hasta los que hicieron asados para el funeral de Pinochet. Los que no, que bacán.
Necesito retomar lo que estaba comenzando. Todos se quejaban porque el foco de atención recaía sobre París y nadie hablaba de las zonas de guerra, de los países invadidos y de los niños muertos en cualquier país que pudieran recordar del noticiario o de la imagen macro que compartieron sus "amigos". Eso es cierto, se notó que de pronto el atentado era todo lo que pasaba en el mundo según los medios de comunicación y la peste de la colonia de ego occidentalista se olía en un radio de 3.959 millas. Nuestra sociedad tiene un sentido de autoimportancia tan desarrollado y mortal como un tumor en la cabeza del porte de una papa, creyendo que nuestro punto de vista es el único válido, el inamovible y el inmanente, que somos el modelo caucásico a seguir por los pueblos de Nueva Guinea que aún no salen de sus casas en los árboles para unirse a la aldea global y meter un poco de neoliberalismo a sus vidas libres de grasas trans y de sexo cargado de ETS y mononucleosis. Pero ¿de verdad creen que informando lo que cualquier persona con acceso a internet DEBERÍA saber cambiarás las cosas? El mundo estaba jodido antes que todos nosotros, generaciones de finales de los 80 y los "millennians", con sus mentes distorsionadas por esta distopía transhumanista, nacieramos y llegáramos pensando que cambiaríamos las cosas por internet. Aplaudo y admiro a esa gente que no es como yo y que puede pararse ante un podio a denunciar esto y salir a ayudar, como el padre Felipe Berrios y su misión de ayuda en la toma de La Chimba acá en Antofagasta. En mi interior sé que un cambio así no arregla el mundo, pero sí que mejora la vida de mucha gente que lo necesita, por eso admiro su firmeza y tesón. Y puta, perdón por mi negativismo ante nuestro futuro, pero así pienso y no espero influenciar en la gente, está bien que cada uno tenga su propio punto de vista ante la vida y nuestro destino como especie en un planeta que lucha por aguantarnos. Como decía, ¿cambiarán las cosas porque los canales de televisión muestren como es la vida en los países donde que no puedes ir a vacacionar? Sé que no todos los chilenos tienen internet, donde transmiten por noticias reales y clickbaits los conflictos más comerciales y lacrimosos de medio oriente, pero de los que no tienen más de alguno estará poco interesado en la vida afuera de su casa y más se interesan en hacer durar la plata hasta fin de mes sin agregarle otro hoyo a la correa. Que sepamos que pasa en ultramar no nos ayuda a parar las guerras. Me recuerda a esas protestas contra Israel y sus incursiones en suelos palestinos. Encuentro super noble de su parte que apoyen a un pueblo que sufre porque sus casas son demolidas por un gobierno movilizado por el poderoso combustible del zionismo y viven en constante temor de no despertar para ver otro día de miseria y amargura porque algun misil israelí o palestino golpea las carpas que levantaron mientras la UNRWA les levanta otra casa que eventualmente un bulldozer israelí volverá a reducir a una pila de concreto molido y fierros apuntando acusatorios al cielo, pero ellos no nos ven y los beneficios económicos ulteriores que ven estas naciones ávidas de territorios y materias primas superan cualquier buena intención. Como sea, le he dedicado mucho tiempo al tema para ser alguien seguro del final de esta película.
Hace años que no subía algo de Snog, de hecho ni siquiera había resubido lo que había muerto en mediafire, pero ya es hora de cumplir la deuda aprovechando los aires de miedo que vuelven a soplar en el globo. Porque si algo sabe hacer el músico australiano David Thrussell es sentarse a contemplar la enajenante lucha humana contra la piedra que carga hasta la cima y se cae al llegar, aspirar hondo el aire viciado y transcribir los pensamientos de la mente paranoica y neurótica del hombre que pasa la mayor parte de sus días en el trabajo para tener dinero que gastar en lo que quiere y lo pierde pagando lo que necesita. En los dos discos anteriores lo hizo con el ritmo accesible de la música tecnodance, pero en esta entrega quiso rendirle homenaje a su músico country favorito Lee Hazlewood y combinó los rasgueos de una guitarra de vaquero más las tonadas lejanas y desérticas de los westerns musicalizados por Ennio Morricone con los beats electrónicos y sintetizadores que marcan su carrera y los mensajes de asco ante el capitalismo sin perdón, el imperialismo, el estilo de vida de cómida rápida y la falsa importancia que nos damos los humanos ante un universo inconmesurable y más poderoso que nosotros. Desde la primera vez que escuché este disco lo amé y lo sigo disfrutando a concho, sobre todo por el inicio devastador de "Light, Yet Refreshing", con un sintetizador etéreo y pesimista que abre toda una retahíla de discursos de algún poeta y predicador "loco", que dista de sus predecesores por la ya mencionada guitarra country que acompaña varias de las canciones del álbum y atrapa en este primer tema. En comparación con los dos anteriores, este disco es el menos bailable y el más electrónico, rayando por el género industrial (si este permitiera que los blips y glitches sonoros se combinaran con un Kenny Rogers que ha vivido suficiente tiempo en medio de un mall, contemplando la patética marcha de los pingüinos que me toca ver a diario), pero aún así evito catalogarlo como industrial a pesar de las letras pesimistas y el ambiente decadente que busca transmitir. A pesar de las tantas críticas que lanza Thrussell a la sociedad occidental y su culto por la mercancía, no lo considero un trabajo de protesta, pues aunque acusa tales vicios no los denuncia como algo que deberíamos cambiar; él sabe que la humanidad llegó a una suerte de horizonte de eventos del cual no puede regresar, aun cuando otros apelen que en realidad vamos en retroceso e involucionamos socialmente. Es este punto de vista tan crudo suyo el que me incita a conocerle en persona y darle la mano por tener con quien compartir un punto de vista sin seguir quedando como el "villano". Es más, al parecer compartimos cierta opinión controversial en común: por mi parte, anhelo un futuro cercano en que la vía diplomática al sueño de la hermandad entre hombres sea real, pero como sé que tal cosa no queda en más que una quimera porque nuestra naturaleza nos lleva a ver solo las diferencias y en verdad las culturas son tan disímiles que costará años y vidas llegar a un intento de acuerdo de paz, suelo desear que todo termine de una vez y para siempre para toda nuestra especie. Mejor que demos todos de una vez el gran salto al vacío de un solo tirón y no tengamos que ver a quienes queremos morir antes que nosotros. Y Thrussell invoca a este fin de nuestras existencias con "Hooray!!!" y yo le coreo, pues ambas vías me parecen bien. Es un escenario de ganar-ganar siempre que el dolor no dure días. Y retomando un poco las líneas que escribí más arriba, "Make The Little Flowers Grow", cover de una canción de Lee Hazlewood, nos recuerda que no importa cuanta fortuna amasemos, cuan importante seamos, a que partido político o "raza superior" pertenezcamos, todos morimos y nos convertimos en un amasijo de abono y cal.
Hay otras canciones que son tildadas de marxistas por algunos críticos, creo que David mismo se autodefinió en algún momento como uno, como "Big Brother", "The Prole Song" y "This is Capitalism" y se nota un poco porque más de alguna palabra de dialéctica roja asoma por ahí. De todas formas son un tanto acertadas y solo los prejuiciosos les harían asco. En todo caso son piezas tan cuasi minimalistas y cargadas de antropofobía las que me gustan más, como las dos primeras mencionadas, "The Human Germ", la bellísima "Bastard Closet" (un canto cargado del miasma de nuestro potencial futuro como generadores de CO2 y CFC y que apela a aceptarnos como una especie de mierda con falsos aires de grandeza) y "The People of Straight Land", que abre y cierra con balidos de ovejas para ilustrar la vida de quienes ven el estándar de vida clásico, con un trabajo estable (en el que en realidad hay que permanecer estable) y tarjetas de crédito como algo necesario y natural. Siguiendo con la línea editorial del disco de contarte como podría ser todo a futuro sin taparte nada cierra "The End", contándonos que el "fin del mundo" (nombre que se le da al fin de la humanidad porque somos puro ego) no será como dicen las películas, sino que uno cargado de pestilencia provocada por la muerte de los peces y, más conspiranoicamente, nuestro debilitamiento cerebral debido a las microondas antropogénicas.
En resumen, Buy Me... I'll Change Your Life es la imagen del profesor Farnsworth diciendo "Ya no quiero seguir viviendo en este planeta" hecho música. Si compartes su sentimiento y el mío, estrechemos las manos, contemplemos el fin y de paso olvidemos que pasará y tratemos de ayudar a quienes lo necesitan. Que todo vaya a terminar horriblemente no significa que haya que bajar los brazos... digo, vas al cine a ver una película (o la bajas por internet si eres bacán) y no te sales de la fila porque recuerdas que las películas tienen finales. Hecho esto, escúchenlo y a darle átomos.
El asunto es que al día después de los atentados de París, que para mí se veían como una ofensiva del Tet versión Francia mientras un amigo me lo relataba en la pega y mi sentido arácnido pintaba el paisaje de una guerra próxima, todos se acordaban de los muertos en los países de la orbe islámica. Irónicamente nadie recordó a los muertos en África que mueren a manos de Boko Haram u otros grupos separatistas islámicos, independentistas armados o guerrillas pro-[inserte país extranjero al cual pertenecieron en el pasado] en los lugares más ignorados de Europa. Todo de pronto era Siria y Palestina. Pero tal como quise remarcar estos días, y gracias a todos que ya está más que repetido, no hay muertes más importantes que otras. Todo lo que pasa es un horror y un asco independiente del bando porque la muerte de civiles, sea en el país más rico de cualquier continente, acá en Chile o en la franja de tierra mantenida a punta de fusil más pobre de la tierra, no es justificable. Es igual de grave la muerte de quien saltó del WTC, del niño asesinado por soldados israelíes, de la mujer judía asesinada por yihadistas, de la niña violada por querer ir a estudiar en un colegio africano, del peatón que muere en un tiroteo de bandas en alguna población de Santiago, del inmigrante sirio que muere ahogado en medio del mediterráneo, de la familia que denunció a sus vecinos narcos en algún pueblo de México y amaneció decapitada... todos ellos nacieron de la misma manera que todos nosotros y, aunque sus vidas se desarrollaron de maneras diferentes, terminan (y terminamos) volviendo a la misma composta eterna que alimenta al sustento para las vidas que nos sucederán; todo para seguir repitiendo el mismo ejercicio de violencia ad nauseam. Todos murieron bajo la violencia, no importa cual sea la manifestación de esta, y merecen ser llorados, olvidados, recordados o sus muertes hasta celebradas según gusten. Es de mal gusto, pero es válido y nadie en este país puede negarlo, desde los que se ríen del suicidio de Allende hasta los que hicieron asados para el funeral de Pinochet. Los que no, que bacán.
Necesito retomar lo que estaba comenzando. Todos se quejaban porque el foco de atención recaía sobre París y nadie hablaba de las zonas de guerra, de los países invadidos y de los niños muertos en cualquier país que pudieran recordar del noticiario o de la imagen macro que compartieron sus "amigos". Eso es cierto, se notó que de pronto el atentado era todo lo que pasaba en el mundo según los medios de comunicación y la peste de la colonia de ego occidentalista se olía en un radio de 3.959 millas. Nuestra sociedad tiene un sentido de autoimportancia tan desarrollado y mortal como un tumor en la cabeza del porte de una papa, creyendo que nuestro punto de vista es el único válido, el inamovible y el inmanente, que somos el modelo caucásico a seguir por los pueblos de Nueva Guinea que aún no salen de sus casas en los árboles para unirse a la aldea global y meter un poco de neoliberalismo a sus vidas libres de grasas trans y de sexo cargado de ETS y mononucleosis. Pero ¿de verdad creen que informando lo que cualquier persona con acceso a internet DEBERÍA saber cambiarás las cosas? El mundo estaba jodido antes que todos nosotros, generaciones de finales de los 80 y los "millennians", con sus mentes distorsionadas por esta distopía transhumanista, nacieramos y llegáramos pensando que cambiaríamos las cosas por internet. Aplaudo y admiro a esa gente que no es como yo y que puede pararse ante un podio a denunciar esto y salir a ayudar, como el padre Felipe Berrios y su misión de ayuda en la toma de La Chimba acá en Antofagasta. En mi interior sé que un cambio así no arregla el mundo, pero sí que mejora la vida de mucha gente que lo necesita, por eso admiro su firmeza y tesón. Y puta, perdón por mi negativismo ante nuestro futuro, pero así pienso y no espero influenciar en la gente, está bien que cada uno tenga su propio punto de vista ante la vida y nuestro destino como especie en un planeta que lucha por aguantarnos. Como decía, ¿cambiarán las cosas porque los canales de televisión muestren como es la vida en los países donde que no puedes ir a vacacionar? Sé que no todos los chilenos tienen internet, donde transmiten por noticias reales y clickbaits los conflictos más comerciales y lacrimosos de medio oriente, pero de los que no tienen más de alguno estará poco interesado en la vida afuera de su casa y más se interesan en hacer durar la plata hasta fin de mes sin agregarle otro hoyo a la correa. Que sepamos que pasa en ultramar no nos ayuda a parar las guerras. Me recuerda a esas protestas contra Israel y sus incursiones en suelos palestinos. Encuentro super noble de su parte que apoyen a un pueblo que sufre porque sus casas son demolidas por un gobierno movilizado por el poderoso combustible del zionismo y viven en constante temor de no despertar para ver otro día de miseria y amargura porque algun misil israelí o palestino golpea las carpas que levantaron mientras la UNRWA les levanta otra casa que eventualmente un bulldozer israelí volverá a reducir a una pila de concreto molido y fierros apuntando acusatorios al cielo, pero ellos no nos ven y los beneficios económicos ulteriores que ven estas naciones ávidas de territorios y materias primas superan cualquier buena intención. Como sea, le he dedicado mucho tiempo al tema para ser alguien seguro del final de esta película.
Hace años que no subía algo de Snog, de hecho ni siquiera había resubido lo que había muerto en mediafire, pero ya es hora de cumplir la deuda aprovechando los aires de miedo que vuelven a soplar en el globo. Porque si algo sabe hacer el músico australiano David Thrussell es sentarse a contemplar la enajenante lucha humana contra la piedra que carga hasta la cima y se cae al llegar, aspirar hondo el aire viciado y transcribir los pensamientos de la mente paranoica y neurótica del hombre que pasa la mayor parte de sus días en el trabajo para tener dinero que gastar en lo que quiere y lo pierde pagando lo que necesita. En los dos discos anteriores lo hizo con el ritmo accesible de la música tecnodance, pero en esta entrega quiso rendirle homenaje a su músico country favorito Lee Hazlewood y combinó los rasgueos de una guitarra de vaquero más las tonadas lejanas y desérticas de los westerns musicalizados por Ennio Morricone con los beats electrónicos y sintetizadores que marcan su carrera y los mensajes de asco ante el capitalismo sin perdón, el imperialismo, el estilo de vida de cómida rápida y la falsa importancia que nos damos los humanos ante un universo inconmesurable y más poderoso que nosotros. Desde la primera vez que escuché este disco lo amé y lo sigo disfrutando a concho, sobre todo por el inicio devastador de "Light, Yet Refreshing", con un sintetizador etéreo y pesimista que abre toda una retahíla de discursos de algún poeta y predicador "loco", que dista de sus predecesores por la ya mencionada guitarra country que acompaña varias de las canciones del álbum y atrapa en este primer tema. En comparación con los dos anteriores, este disco es el menos bailable y el más electrónico, rayando por el género industrial (si este permitiera que los blips y glitches sonoros se combinaran con un Kenny Rogers que ha vivido suficiente tiempo en medio de un mall, contemplando la patética marcha de los pingüinos que me toca ver a diario), pero aún así evito catalogarlo como industrial a pesar de las letras pesimistas y el ambiente decadente que busca transmitir. A pesar de las tantas críticas que lanza Thrussell a la sociedad occidental y su culto por la mercancía, no lo considero un trabajo de protesta, pues aunque acusa tales vicios no los denuncia como algo que deberíamos cambiar; él sabe que la humanidad llegó a una suerte de horizonte de eventos del cual no puede regresar, aun cuando otros apelen que en realidad vamos en retroceso e involucionamos socialmente. Es este punto de vista tan crudo suyo el que me incita a conocerle en persona y darle la mano por tener con quien compartir un punto de vista sin seguir quedando como el "villano". Es más, al parecer compartimos cierta opinión controversial en común: por mi parte, anhelo un futuro cercano en que la vía diplomática al sueño de la hermandad entre hombres sea real, pero como sé que tal cosa no queda en más que una quimera porque nuestra naturaleza nos lleva a ver solo las diferencias y en verdad las culturas son tan disímiles que costará años y vidas llegar a un intento de acuerdo de paz, suelo desear que todo termine de una vez y para siempre para toda nuestra especie. Mejor que demos todos de una vez el gran salto al vacío de un solo tirón y no tengamos que ver a quienes queremos morir antes que nosotros. Y Thrussell invoca a este fin de nuestras existencias con "Hooray!!!" y yo le coreo, pues ambas vías me parecen bien. Es un escenario de ganar-ganar siempre que el dolor no dure días. Y retomando un poco las líneas que escribí más arriba, "Make The Little Flowers Grow", cover de una canción de Lee Hazlewood, nos recuerda que no importa cuanta fortuna amasemos, cuan importante seamos, a que partido político o "raza superior" pertenezcamos, todos morimos y nos convertimos en un amasijo de abono y cal.
Hay otras canciones que son tildadas de marxistas por algunos críticos, creo que David mismo se autodefinió en algún momento como uno, como "Big Brother", "The Prole Song" y "This is Capitalism" y se nota un poco porque más de alguna palabra de dialéctica roja asoma por ahí. De todas formas son un tanto acertadas y solo los prejuiciosos les harían asco. En todo caso son piezas tan cuasi minimalistas y cargadas de antropofobía las que me gustan más, como las dos primeras mencionadas, "The Human Germ", la bellísima "Bastard Closet" (un canto cargado del miasma de nuestro potencial futuro como generadores de CO2 y CFC y que apela a aceptarnos como una especie de mierda con falsos aires de grandeza) y "The People of Straight Land", que abre y cierra con balidos de ovejas para ilustrar la vida de quienes ven el estándar de vida clásico, con un trabajo estable (en el que en realidad hay que permanecer estable) y tarjetas de crédito como algo necesario y natural. Siguiendo con la línea editorial del disco de contarte como podría ser todo a futuro sin taparte nada cierra "The End", contándonos que el "fin del mundo" (nombre que se le da al fin de la humanidad porque somos puro ego) no será como dicen las películas, sino que uno cargado de pestilencia provocada por la muerte de los peces y, más conspiranoicamente, nuestro debilitamiento cerebral debido a las microondas antropogénicas.
En resumen, Buy Me... I'll Change Your Life es la imagen del profesor Farnsworth diciendo "Ya no quiero seguir viviendo en este planeta" hecho música. Si compartes su sentimiento y el mío, estrechemos las manos, contemplemos el fin y de paso olvidemos que pasará y tratemos de ayudar a quienes lo necesitan. Que todo vaya a terminar horriblemente no significa que haya que bajar los brazos... digo, vas al cine a ver una película (o la bajas por internet si eres bacán) y no te sales de la fila porque recuerdas que las películas tienen finales. Hecho esto, escúchenlo y a darle átomos.
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